
Las siguientes líneas aparecen en la cabecera de un conocido blog ateo que suelo visitar:
«No encuentro ninguna diferencia entre el Islam y el fundamentalismo islámico. Creo que la religión es la raíz, y de la raíz crece el fundamentalismo como un tallo venenoso. Si quitamos el fundamentalismo y dejamos la religión, en un momento u otro el fundamentalismo volverá a crecer».
Taslima Nasrin
Médico, escritora y columnista de origen bengalí
Les invito a realizar conmigo un pequeño experimento semántico 🙂
«No encontramos ninguna diferencia entre el sexo y el abuso sexual. Creemos que el sexo es la raíz, y de la raíz crece el abuso sexual como un tallo venenoso. Si quitamos el abuso sexual y dejamos el sexo, en un momento u otro el abuso sexual volverá a crecer»
(Conclusión obvia: hay que eliminar el sexo)
***
La conclusión anterior es «obvia», pero es evidentemente errónea, porque la premisa de partida también lo era. Parece increíble que a estas alturas tengamos que incidir, una vez más, en este aspecto del debate, pero vamos a ello:
Señores ateos: no todos los creyentes somos extremistas ni, por el hecho de ser teístas (o deístas), acabaremos indefectiblemente siendo terroristas, del mismo modo que la gente que practica el sexo no acaba indefectiblemente cometiendo abusos sexuales, ni la gente honrada afiliada al partido comunista acaba enterrando minas antipersonas en Camboya. Esto es así aunque los nuevos ateos insistan en crear alarma en la sociedad con esta supuesta posibilidad. El terrorismo islamista es una degeneración de una idea religiosa, una aberración, no la consecuencia natural de esa idea, y el tallo de la aberración, desgraciadamente, puede surgir de la raíz de cualquier grupo social, religioso o no. Creo que todos podemos captar la diferencia entre ambos conceptos.
Entendemos que las vivencias personales de Taslima Nasrin, el modo brutal en que fue perseguida por los fundamentalistas islámicos, la han llevado a esta postura ideológica, posicionada justo en el «extremo» opuesto al punto ideológico en el que se encuentran sus enemigos. Y aquí usamos el término «extremo» intencionadamente. Comprendemos que este tipo de terribles abusos puede nublar la capacidad de razonar con claridad incluso a una persona inteligente como lo es esta notable escritora. Es una derivación lógica de su traumática experiencia privada, casi una previsible estratagema psicológica. Pero, aunque la entendamos, aunque compartamos su indignación y nos unamos sin dudarlo a su denuncia contra los integrismos religiosos, también comprendemos que, en el fondo, su postura doctrinal anti-teísta resulta tan obcecada, injustamente generalizadora y extremista como lo es la ideología radical que trata de combatir.
Por cierto, ¿cómo pretende esta señora, y cómo pretenden los nuevos ateos en general, «cortar de raíz» la religión? ¿Qué medios usarán para hacerlo? ¿De qué modo se puede cortar de raíz las creencias de la gente sin violar, uno a uno, casi todos los derechos más elementales de las personas recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Esos mismos derechos, que por cierto, la señora Nasrin asegura defender a capa y espada.
La inmensa mayoría de los creyentes somos ciudadanos pacíficos y luchamos desde nuestra parcela particular por crear un mundo mejor y menos hostil para todos. Hay una minoría que «hace ruído», mucho ruído, y es esa minoría la que aparece en los medios porque la mayoría silenciosa casi nunca es noticia. Pero es en la minoría ruidosa donde los nuevos ateos ponen el punto de mira de su rifle de largo alcance y ven reflejado el oscuro rostro del «demonio del teísmo». Sin embargo, no es necesario realizar ninguna enrevesada pirueta mental para entender que esa minoría, por muy numerosa que parezca y por mucho ruido que haga, no es representativa de todos los creyentes, del mismo modo que Pol Pot y sus Jemeres Rojos no son representativos de todos los comunistas, quienes, en su mayoría, son gente de bien. Juzgar el todo por la parte nunca ha sido precisamente un ejercicio de honestidad intelectual.
Por otra parte, recordemos que el ateísmo militante, llevado a su paroxismo, también puede acabar en agresión y no sólo verbal.
Pregunta:
Cuando, del modo que sea, los nuevos ateos proselitistas por fin acaben con la religión, que es la «causa de todos los males» (Dawkins dixit), ¿qué harán después para acabar también con todas las demás ideologías no religiosas (políticas, económicas, nacionalistas, patrióticas, territoriales, tribales, etc.) que, estadísticamente hablando, han causado la inmensa mayoría de las muertes violentas a lo largo de la Historia? ¿O estas otras causas, a pesar de ser más numerosas, no les importan tanto? Y, si no les importan, ¿por qué?
Unos datos para la reflexión:
Se estima que las Cruzadas causaron la muerte de 1.000.000 de personas a lo largo de dos siglos. La Inquisición cometió 350.000 asesinatos (me niego a llamarlas «ejecuciones»), durante los siglos XVI al XVIII.
Sólo en el siglo XX, en el curso de unas cuantas décadas, entre Josef Stalin y Mao-Tse Tung acabaron con la vida de 120.000.000 de personas. No cito a estos dirigentes porque fueran ateos, -que lo eran- sino porque, precisamente por serlo, sabemos que NO mataban en el nombre de Dios. Stalin incluso asesinó a algunos de sus familiares simplemente por mostrar su disidencia. Este hecho histórico comprobable confirma nuestra tesis de que no es necesario creer en ningún dios para que alguien se convierta en un tirano genocida. Basta una idea, la que sea.
Por tanto, si resulta que la religión no es «la única causa de todos los males», que cualquier idea, por inocua, inocente o luminosa que pueda parecer en principio, llevada a su extremo por dirigentes corruptos puede acabar en democidio, ¿cuál sería la solución?
Proponemos:
- No tenga usted ideas religiosas, podría acabar matando.
- No tenga usted ideas políticas, podría acabar matando.
- No tenga usted ideas ecológicas, científicas, patrióticas, podría acabar matando.
- No siga usted con entusiasmo ningún tipo de corriente filosófica, doctrinal, escuela de pensamiento o cualquier otro movimiento social o cultural, podría acabar matando.
- No tenga usted ideas, en general, podría acabar matando.
- No tenga usted sexo, podría acabar matando.
Conclusión final:
Sea usted ateo, esa es la solución a «todos los males».
Aunque suene a guasa, no lo decimos en broma: la mayoría de los nuevos ateos, y he leído a muchos, están seguros de que cuando todos pensemos como ellos, cuando nadie crea en Dios, amanecerá una nueva era de paz, amor y concordia sin precedentes en la Historia del hombre. Compruébenlo por ustedes mismos, mediten estas frases de unmodesto y autocrítico 😉 ateo que participaba en un foro de debate. Los caracteres en gris son añadidos míos:
«Pedir (a los creyentes) que dejen de creer es imposible, necesitamos una generación como yo, 😀 criado en la ciencia crítica, basada en el materialismo dialéctico, carente de metafísica existencial, sí hay un mundo sin bien ni mal, solo que ustedes (los creyentes) jamás lo entenderán»
(Sí, de vez en cuando a los creyentes se nos olvida que somos todos idiotas e ignorantes, es bueno que nos lo recuerden… )
***
Y, ya para terminar, ¿en qué evidencia se basan los adalides del empirismo científico para respaldar una afirmación tan categórica como esa de que un mundo ateo sería mejor que el actual? ¿En la «evidencia» histórica? 🙂
Y, si la «evidencia histórica», como es obvio, no la respalda, ¿qué alimenta, entonces, su pasmosa seguridad en que ese futuro pero inminente mundo ateo será un glorioso paraíso en paz?
¿Su fe, quizás?
🙂
«La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso»
Jean Paul Sartre
Filósofo, escritor y activista político francés
Fue uno de los máximos exponentes del marxismo humanista
Fuente: http://frasesdedios.blogspot.com/2014/08/es-la-religion-la-raiz-de-todos-los.html
Y para rematar este artículo:
El científico Richard Dawkins inició una polémica en su cuenta de Twitter tras indicar que «sería inmoral» traer al mundo a un bebé con síndrome de Down.
«Honestamente no sé qué haría si quedara embarazada de un niño con síndrome de Down», ese fue el mensaje de una usuaria de Twitter que Dawkins decidió responder sin pensar en las repercusiones.
Como consignó Infobae, Dawkins replicó: «Abórtalo y trata de nuevo. Sería inmoral traerlo al mundo si tienes la elección».
Decenas de personas criticaron su postura. Por ejemplo, Matt Kane respondió: «¿Has conocido alguna vez a alguien con síndrome de Down? A ver si aún piensas que estarían mejor si nunca hubieran nacido».
Otro usuario, Felix Greene lo increpó comentando que «por favor, dile a la gente con síndrome de Down que no merece vivir porque ‘tú’ piensas que es inmoral y cruel».
Creo que esto viene de cajón al artículo… y recuerde:
El materialismo científico no lo hace a usted mas o menos inteligente que el resto (es solo una herramienta), ellos usan sus propias escalas para medir a los que están dentro del «establishment», pero no son capaces de darse cuenta que fuera del «establishment» hay gente mucho más capaz e inteligente que los que andan proclamando su nivel filosófico en sus cuentas de twitter o facebook.
«Dawkins, en realidad, pertenece al mismo club peculiar de divulgadores científicos en el que militaron Carl Sagan o Isaac Asimov una generación atrás. Estos popularizadores se tenían a sí mismos no por simples escribas, sino por altos prelados. Como Dawkins, tomaron sobre sí la tarea no solo de ilustrar al público sobre los hallazgos de la ciencia, sino también la de establecer lo que les estaba permitido creer a los fieles de la ciencia en el terreno metafísico (o sea, en el terreno de lo que está más allá de la ciencia misma). Pero seamos claros en esto. Muchos de los más grandes científicos vieron una conexión directa entre su trabajo de investigación y su afirmación de una ‘mente superior’, la Mente de Dios. Explíquese esto como se quiera, pero es un hecho innegable, y no se debe permitir que los vulgarizadores -que tienen sus propias agendas- lo oculten. Einstein, de hecho, dijo sobre el positivismo:
‘No soy positivista. El positivismo afirma que lo que no puede ser observado no existe. Esta concepción es científicamente indefendible, ya que es imposible hacer afirmaciones válidas sobre lo que la gente ‘puede’ o ‘no puede’ observar. Equivale a decir que ‘sólo existe lo que observamos’, lo cual, evidentemente, es falso‘
Si quieren combatir la creencia en Dios, los vulgarizadores deben proporcionar argumentos en apoyo de sus propias opiniones ateas. Los evangelistas ateos de hoy día apenas intentan construir argumentos. En lugar de eso, dirigen su artillería sobre los abusos sobradamente conocidos de la historia de las grandes religiones mundiales. Pero los excesos y atrocidades de la religión organizada no tienen nada que ver con la existencia o inexistencia de Dios, de la misma forma que la amenaza de la proliferación nuclear no tiene nada que ver con si es verdad o no que E=mc2″
Roy Abraham Varghese. Profesor de Teoría y Práctica de la Medicina en la Universidad de Stanford. Escritor y editor de obras de divulgación sobre el conflicto ciencia-fe. Extractos del prefacio a «Dios existe«, de Antony Flew, 2007, págs. 33 y 34
«Lo que Dawkins hace con demasiada frecuencia es concentrar su ataque contra los fundamentalistas. Pero hay muchos creyentes que no son los fundamentalistas» (Peter Higgs). http://www.elmundo.es/elmundo/2012/12/27/ciencia/1356611441.html
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