ABORTO: Cuando la propaganda choca con la ciencia

En el proyecto de ley que actualmente se discute en el congreso, se afirma que la tasa de muerte materna por aborto en Chile es de 4,6/100.000 nacidos vivos (NV), y que en Estados Unidos, es de 0,3/100.000 NV, sugiriendo que una ley que permita el aborto, ayudaría a disminuir la tasa de mortalidad materna por aborto. Sin embargo, estudios avalan la incongruencia de estas cifras, además de otras consecuencias (como el aumento del riesgo de suicidio) que este proyecto de ley prefiere ocultar.

El doctor Elard Koch, epidemiólogo chileno Director Instituto de Epidemiologia Molecular (MELISA) en la Universidad Católica de la Santísima Concepción y Director de Investigación en la Universidad de Chile Facultad de Medicina, afirma en una entrevista realizada al diario El País de Uruguay, que «El aborto legal no mejora los datos de salud materna en ningún país: Chile no tiene aborto desde 1989, las chilenas no abortan tampoco en los países vecinos, y su salud maternal es la mejor del continente americano. Ninguna chilena ha muerto por aborto clandestino».

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-Usted ha estudiado en Chile la relación entre la mortalidad materna y el aborto. ¿A qué   conclusión llegó?
-El caso de Chile es único porque se prohibió el aborto en 1989 y eso permitió evaluar en un largo período de tiempo. Durante 40 años en los que se promovieron diferentes legislaciones especialmente en Europa y Estados Unidos, hay una noción de que la prohibición del aborto tendría un efecto negativo sobre la salud materna producto de que habría grandes cantidades de abortos clandestinos.
Pero la investigación que hemos hecho demuestra lo contrario, porque la mortalidad materna global continuó reduciéndose (hasta llegar al 94%) y la mortalidad materna exclusivamente por aborto se redujo en un 99%.

La principal conclusión es que el status legal del aborto tiene un efecto nulo en cuanto a la mortalidad materna, que venía reduciéndose desde 1965, por lo que si prohibir el aborto tiene un efecto negativo lo que debíamos observar es que la mortalidad materna dejara de reducirse o se incrementara.

-¿Cuál debería ser el total de abortos anuales en Uruguay en función de su población?
-Nosotros hicimos una estimación para Uruguay antes de que se legalizara el aborto e indicaba un intervalo entre los 3.200 y 5.200 abortos anuales. Pero en ningún caso podría haber en Uruguay 33.000 abortos como se dijo durante el debate parlamentario de la ley. Eso realmente es una cifra escandalosa.

-¿Qué pasaría con esa cifra si la ley que despenalizó el aborto hasta las 12 semanas se mantiene vigente?
-La cifra puede aumentar entre ocho y diez veces, por lo que en 15 años Uruguay podría llegar a tener entre 30.000 y 35.000 abortos anuales. Por ejemplo, en España el aborto se legalizó en 1985 y dos años más tarde hubo 16.766 abortos y en 2008 hubo 115.000. Pero todo esto depende de la conducta reproductiva y la fertilidad de cada país.

-¿Cuáles son las situaciones que conlleva la despenalización del aborto?
-El aborto clandestino es diez veces más bajo que el que ocurriría con el aborto legal, por lo quetodos los problemas que atrae de por sí se van a exacerbar debido a que aumenta la cantidad de abortos. Los dos problemas que actualmente están muy documentados en la literatura son los relativos a la salud mental.

Dos estudios en Finlandia y otro en Estados Unidos siguieron durante un año a mujeres que abortaron comparándolas con otras que no abortaron, y mostraron que el riesgo de suicidio aumenta entre dos y tres veces.

También hay riesgo de problemas en embarazos subsiguientes, con situaciones de nacimientos de niños prematuros. Pero lo que más aumenta con la legalización del aborto es la repetición, ya que hay mujeres que se realizan uno, dos, tres cuatro y hasta cinco abortos a lo largo de su vida fértil. Y eso ocurre en especial en las mujeres más jóvenes, que comienzan con los primeros abortos siendo adolescentes.

-En Uruguay, la mayoría de los abortos se realizan mediante el uso de Misoprostol, por lo que la mujer interrumpe su embarazo en su casa. ¿Eso tiene algún efecto?
-Más que el aborto quirúrgico, el aborto por Misoprostol que hace la mujer en su casa, provoca serias contracciones y eso es una experiencia que provoca un mayor trauma. El aborto por Misoprostol que se practica la mujer en su propia casa no es como sacarse una uña, sino que hay que pensar que hay un importante sangrado y contracciones, además del drama que significa tener que decidir poner fin a la vida de un hijo o hija en proceso de gestación.

“El hijo en gestación no es un apéndice”
El doctor Elard Koch entiende que el argumento por el cual se defiende la legalidad del aborto en función de que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo, no es válido. “Yo tengo derecho a aletear con mis brazos, pero en el momento en que comienzo a rozar la nariz de otra persona con mi aleteo, ese derecho desaparece”, dijo el médico chileno a El País.

“Y en este caso pasa lo mismo, porque el hijo o hija en gestación no es un apéndice ni parte del cuerpo de la mujer, sino que es un individuo genéticamente diferente”, remarcó el experto.

Consultado sobre el máximo de 12 semanas de gestación que prevé la ley uruguaya para considerar legal un aborto, Koch dijo: “Como médico y científico tengo muy claro que la vida humana comienza al momento de la fecundación, porque a partir de ese momento ya hay un hijo en gestación. El concepto de persona es más bien jurídico”.

(Fuente: El Pais)

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Elard Koch es experto en epidemiología y en biología molecular. Dirige el Instituto de Epidemiología Molecular en la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Es profesor asistente e investigador en el Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Visto en: Instituto de Política Familiar Chile

Referencia:

Women’s Education Level, Maternal Health Facilities, Abortion Legislation and Maternal Deaths: A Natural Experiment in Chile from 1957 to 2007

Sin crucifijos ni pancartas: El “no al aborto” de un marxista agnóstico

Pedro Godoy, agnóstico y director de un centro de ideas ligadas al marxismo, explica que “el progresismo busca simplemente presentar el asesinato de una criatura indefensa como algo moderno”.

Muchas veces se sostiene que aquellos que manifiestan estar a favor de la vida y abiertamente contra el aborto, fundarían su juicio en sus creencias religiosas. Que este debate se trata al final del día de proteger al “estado laico”. Pero ¿es tan así?

Tras el anuncio de la Presidente Michelle Bachelet de avanzar en la despenalización del aborto, conversamos con el Dr. Elard Koch, Director de Investigación del Instituto MELISA y con Pedro Godoy, Sociólogo agnóstico y ex militante socialista, quien se desempeña como director del Centro de Estudios de Chile (CEDECH) quienes están a favor del que está por nacer y en contra del aborto bajo las circunstancias que sean.

“Calificar una postura como clerical o integrista es un enfoque sesgado” 

“El lema ‘en mi cuerpo mando yo y hago lo que quiero’ involucra un individualismo grosero y asesino” | Imagen del programa “En pauta”

“El lema ‘en mi cuerpo mando yo y hago lo que quiero’ involucra un individualismo grosero y asesino” | Imagen del programa “En pauta”

Pedro Godoy manifiesta una postura poco común entre quienes defienden una visión política como la suya. Fue militante socialista y cercano a Hugo Chávez. Se declara agnóstico y actualmente dirige un centro de estudios ligado a ideas del marxismo. Según el académico, “existe una agenda que busca justificar el aborto desde los derechos humanos y presentarlo como una práctica normal y legítima”. El sociólogo afirma que “el progresismo busca simplemente presentar el asesinato de una criatura indefensa como algo moderno”.

Godoy aclara que comparte ciertas premisas del aborto terapéutico, pero es claro en sentenciar que “las cúpulas de los partidos políticos están en la moda de la teoría de género, que ampara el aborto como derecho”. “El lema ‘en mi cuerpo mando yo y hago lo que quiero’ involucra un individualismo grosero y asesino, porque está involucrada otra persona con derecho a nacer”.

Sobre el discurso que busca deslegitimar la postura pro vida por estar supuestamente ligada sólo a la religión, el académico es enfático en decir que “es claro por qué se dispara contra la familia y la Iglesia”, pues en su opinión “se trata de dos muros de contención para esta campaña envuelta en la túnica del ‘respeto a la diversidad’ y de ‘los derechos de las minorías’”.

Finalmente, Godoy aclara que “desde el CEDECH, en ningún aspecto ligado a Fiducia o al Opus Dei,  juzgamos el aborto como una violación a los DD.HH. y como un asesinato silencioso de millones”.

El aborto no tiene nada que ver con algo religioso

Para Koch, “el debate sobre el aborto tiene que ver con reconocer una vida biológica presente desde la fecundación” | International Symposium of Maternal Health

Para Koch, “el debate sobre el aborto tiene que ver con reconocer una vida biológica presente desde la fecundación” | International Symposium of Maternal Health

Por su parte, para Elard Koch “el debate se puede circunscribir en distintas áreas: ética, bioética, religiosa, moral, científica y política”. El académico aclara que “dependiendo del ámbito de discusión, habrá distintos argumentos”. Desde el punto de vista científico, el investigador declara que “la postura sobre el aborto pasa simplemente por el reconocimiento de una vida biológica que comienza con la fecundación y que ningún científico serio puede negar”.  

Koch declara que “la protección de la mujer embarazada, implica dos pacientes, la madre y el ser humano en gestación”. “Esto es ciencia, no tiene nada que ver con algo religioso, sino con resguardar un derecho humano básico”, agregó.

Respecto al aborto terapéutico, el epidemiólogo refuta la tesis que busca establecer que el aborto sería necesario para bajar la mortalidad materna. “De acuerdo a la evidencia científica, la eliminación del aborto terapéutico en Chile no aumentó las tasas de mortalidad materna. Todo lo contrario, estas continuaron disminuyendo”. De acuerdo a las conclusiones de Koch y desde el punto de vista de la salud materna, ”la legislación del aborto es innecesaria”.

Fuente: http://www.chileb.cl/noticias/sin-crucifijos-y-pancartas-el-no-al-aborto-de-un-marxista-agnostico/

ONU y aborto: ¿Un problema de salud pública o un derecho humano?

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Hace algunos días atrás hicieron noticia las declaraciones de Frances Raday, directora del Grupo de Trabajo sobre la Discriminación Contra la Mujer del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en medio de su visita a nuestro país.

La funcionaria de la ONU planteó públicamente que como expertas recomiendan “la despenalización del aborto para niñas menores de 18 años como un tema de salud fisiológica y mental”. Tal como era de esperar, los argumentos principales para sostener esa aseveración eran los dos más comunes: la existencia de un alto número de abortos ilegales en Chile debido a su prohibición (los sitúan en aproximadamente 70 mil), y en segundo lugar, evitar el elevado riesgo en que se encontraría la vida y la salud de la mujer en el contexto de interrupciones clandestinas del embarazo.

Ambos fundamentos no se sostienen si se contrastan con los datos duros de la realidad sanitaria local.

Actualmente en nuestro país nacen alrededor de 250 mil niños cada año. Si se produjeran 70 mil abortos extrahospitalarios, significa que habría tantos como 1 aborto cada 3 a 4 recién nacidos vivos, lo que en principio parece una cifra desproporcionada. Confirmando esa impresión, estudios recientes del Dr. Elard Koch, epidemiólogo chileno y director de Melisa Institute, muestran que el número actual de abortos clandestinos, basándose en las estadísticas del Ministerio de Salud, podría ser tan bajo como 8 mil y nunca superior a los 21 mil.

Por otro lado, si el número de abortos ilegales fuera tan alto como lo plantean las especialistas de Naciones Unidas, sin duda que provocaría efectos significativos en nuestras tasas de mortalidad materna, elevándola muy por sobre el promedio regional. Por el contrario, Chile tiene la cifra más baja de toda Sudamérica y es sólo superado por Canadá en el resto del continente.

Ahora bien, habiendo mostrado que el aborto no es un problema de salud pública, queda por ver si es lícito plantear que posee un reconocido carácter de derecho humano en el concierto internacional, en cuyo caso no sólo debiese ser despenalizado, sino promovido, más aún si se considera que es impulsado tan enérgicamente por organismos de la ONU.

Si se analizan los tratados sobre derechos humanos firmados y ratificados por los Estados miembros de Naciones Unidas, ninguno menciona al aborto. De hecho, sólo uno (referente a los derechos de las personas con discapacidad) habla de salud reproductiva, pero no define el término.

No obstante, en 1994, luego de la realización de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) en El Cairo, surge el Programa de Acción CIPD donde sí se definió la salud reproductiva, en la línea de la descripción de salud de la OMS (máximo bienestar físico, mental y social, esta vez relacionado con el sistema reproductivo). Aquí nuevamente no se incluyó al aborto dentro de la definición de salud sexual y reproductiva. Es más, se consideró como indeseable, limitándolo sólo a aquellos lugares donde ya era legal, y sosteniendo que “los gobiernos deberían tomar medidas oportunas para ayudar a las mujeres a evitar el aborto, que en ningún caso debería promoverse como método de planificación de la familia.”

En definitiva, si bien el derecho internacional consuetudinario (de costumbre) definió la salud reproductiva, siempre quedó expreso que no incluye al aborto como un componente. Las reservas de muchos Estados miembros sobre aquel punto reforzaron este hecho.

No obstante aquello, organismos dependientes de la ONU, que en principio estaban diseñados para vigilar el cumplimiento de los tratados y supervisar la ejecución de los mismos, han ido mucho más allá de lo determinado en dichos consensos y con frecuencia recomiendan a los Estados miembros que liberalicen las leyes sobre aborto, aunque dichas sugerencias no sean vinculantes ni puedan crear derecho internacional (Ejemplo de recomendaciones en ese sentido se realizaron a Polonia en 2004 y a Kenia e Irlanda en 2008).

Este tipo de hechos de presión indebida, incluida la intensa semana de lobby del Grupo de Trabajo que estuvo en Chile, se opone notoriamente con lo descrito en el propio Plan de Acción de la CIPD, que en el párrafo 8.25 establece que ningún Estado puede ser forzado a cambiar sus leyes sobre el aborto. Esa contradicción debiese resonar en la orgánica de dichas instituciones.

¿Es el aborto un problema de salud pública o un derecho humano? Ni lo uno ni lo otro. Más parece ser fruto de una ideología que, como tal, desconoce la realidad e impone sus dogmas al interior de las organizaciones, pervirtiendo su ideario original y transformando -lamentablemente- los derechos de todos en los privilegios de unos pocos: el derecho a la vida de todos se convierte en el respeto irrestricto a la vida, pero sólo de aquellos privilegiados, ya nacidos.

Fuente: http://voces.latercera.com/2014/09/23/jorge-acosta/onu-y-aborto-un-problema-de-salud-publica-o-un-derecho-humano/

Chile, Irlanda y el aborto

Por: Elard Koch Chile, Irlanda y el aborto Publicado el 18 marzo 2013

Por: Elard Koch
Chile, Irlanda y el aborto
Publicado el 18 marzo 2013

¿Qué poseen en común Chile e Irlanda en materia de salud materna y aborto? Tuve la valiosa oportunidad de participar como miembro del Comité de Excelencia en Salud Materna, que reunido en Dublín, analizó las experiencias de Irlanda, Chile y otros países con altos estándares de salud materna en el mundo y que se materializó en la Declaración de Dublín.

Ambos países se encuentran entre las naciones más seguras del mundo para ser madre en sus respectivos continentes. En el caso de Chile, excluyendo muertes por causas no obstétricas –también llamadas causas indirectas- el año 2010 ocurrieron 30 muertes con una razón de mortalidad de 11,9 por 100,000 nacidos vivos. Esto sitúa al país sólo tras Canadá en el continente americano y con más baja mortalidad materna que Estados Unidos. En Irlanda, el mismo año se registraron tres muertes maternas con 74.976 nacidos vivos y una razón de mortalidad de cuatro por 100,000 nacidos vivos, situando a ese país entre los cinco países con más baja mortalidad de Europa.

Lo interesante, es que ambos países cuentan con las legislaciones menos permisivas de aborto electivo en el mundo y poseen casi nula mortalidad por aborto, desafiando el mito según el cual, la restricción del aborto conduce a cientos o incluso miles de muertes por aborto: falso.

Las muertes por aborto en Chile disminuyeron 99% en 50 años. Más aún, desde la prohibición del “aborto terapéutico” en 1989, la disminución continuó, confirmando que esta ley era absolutamente fútil para reducir la mortalidad materna o para afrontar casos excepcionales en los que pueda existir un riesgo inminente para la vida de la madre. Este punto no es menor, pues es un argumento recurrente para promover la legalización del aborto en Irlanda, Chile y Latinoamérica en general.

En los años 60, cerca de 45% de las hospitalizaciones por aborto estaban relacionadas con abortos provocados. La reducción continua en la tasa de hospitalizaciones por cualquier tipo de aborto en Chile desde 1967, indica que la práctica del aborto inducido se redujo en paralelo con la caída de la mortalidad por aborto. De hecho, estimaciones publicadas hace pocos meses, muestran que sólo entre 10% y 19% de todas las hospitalizaciones por aborto en Chile se pueden asociar a complicaciones de abortos provocados en la última década.

La mayoría de los abortos inducidos en Chile, estarían ocurriendo hoy a través de la venta ilegal de misoprostol en el mercado negro, aparentemente, un negocio lucrativo sin mayor control a pesar de ser ilegal –algo que sin duda requiere la atención de la autoridad sanitaria y judicial, en especial, por los riesgos que implica.

En términos estadísticos, las tasas de aborto en Chile e Irlanda son en promedio 10 a 12 veces más bajas que las que ocurren en países con aborto legal como España, cuya tasa de abortos inducidos se ha incrementado 10 veces desde que fuese legalizado en 1985. En números absolutos, los abortos anuales en la región ibérica aumentaron desde 16.700 hasta casi 115.000 en la actualidad. Los abortos a repetición en una misma mujer aumentaron de 20% a más de 35%, sugiriendo que el aborto legal esta siendo utilizado como una suerte de método contraceptivo en España. En el caso de Chile, el intervalo de confianza estimado cae entre  8.270 y 20.675 abortos provocados por año en la última década, siendo el aborto repetido menos probable por razones obvias.

La explicación es lógica: mientras la permisión legal facilita el acceso e incrementa la incidencia del aborto electivo, la restricción legal dificulta el acceso y disminuye la incidencia del mismo.

Obviamente, el efecto disuasivo de una ley menos permisiva no logra eliminar totalmente el problema pero si disminuirlo, tal como se pretende con leyes que restringen el consumo de drogas, alcohol o tabaco. Además, la sanción moral o el estigma social hacia el aborto provocado son más fuertes en países como Chile e Irlanda. Así, es razonable pensar que una importante proporción de mujeres que piensan en el aborto como una alternativa frente a un embarazo no intencionado, antes de exponerse a la clandestinidad, optan por llevar su embarazo a término.

Resulta increíble que hoy se insista una y otra vez en anacronismos que pretenden reinstalar una legislación de “aborto terapéutico” inútil, que incluso, se presta para abusos interpretativos. Por ejemplo, en un completo artículo publicado por The Clinic  (el artículo se titula “La vía chilena hacia el aborto” publicado en 2003) se documenta el caso del médico chileno Aníbal Faúndes y su equipo en el Hospital Barros Luco Trudeau en 1973. Por “aborto terapéutico” se entendía cualquier motivo, desde razones socioeconómicas hasta la simple elección. Miles de abortos electivos se practicaron amparados hipócritamente en aquella ley.

La experiencia chilena es valiosa y muestra que la ética médica es suficiente para resolver cada caso de aparente conflicto entre la vida de la madre y la vida del hijo o hija en gestación. Más aún, un recto razonamiento ético operando en conjunto con la ley actual, permite dinámicamente adaptarse al avance de la técnica y el conocimiento científico, promoviendo una sana praxis médica reflexiva y responsable, a su vez previniendo una mala praxis médica.

Finalmente, si el objetivo de naciones como Chile e Irlanda es mantener un alto estándar de salud materna, proteger simultáneamente la salud de la mujer, la vida en gestación, manteniendo a la vez una baja tasa de abortos provocados, el camino ciertamente, no pasa por modificar el estatus legal del aborto en estos países.

Elard Koch
Epidemiologo
Instituto de Epidemiologia Molecular (MELISA)
Concepción, Chile
www.melisainstitute.com

Fuente:

http://www.chileb.cl/perspectiva/chile-irlanda-y-el-aborto/

Referencias:

http://www.ucsc.cl/noticias/academico-elard-koch-chile-no-necesita-una-ley-de-aborto/

http://scholar.google.cl/citations?user=KsGo-0sAAAAJ&hl=en&oi=ao

http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0036613

Sobrestimación del aborto inducido en Colombia y otros países
latinoamericanos