Cuatro grandes estudios sobre «reasignación de sexo» coinciden: no hay evidencia alguna de beneficio

Cuatro grandes estudios sobre «reasignación de sexo» coinciden: no hay evidencia alguna de beneficio

La presión ideológica está produciendo que se recomienden tratamientos asumiendo que no hay evidencia clínica de su eficacia.

¿Sobre qué base científica se están llevando a cabo las intervenciones de «reasignación de sexo», ya sean farmacológicas o quirúrgicas? Los cuatro estudios o revisiones de estudios más importantes, por su independencia y amplitud, coinciden en que la evidencia de beneficio para las personas que se someten a ellas es muy baja.

Universidad de Birmingham
En julio de 2004, el Aggresive Research Intelligence Facility, un departamento de la Universidad de Birmingham que evalúa procedimientos sanitarios para asesorar al sistema de salud pública en su área, llevó a cabo una revisión de 100 estudios médicos de todo el mundo sobre transexuales sometidos a intervenciones quirúrgicas de «reasignación». El resultado, publicado por The Guardian, fue que «no hay evidencia concluyente de que las operaciones de cambio de sexo mejoren la vida de los transexuales… Muchas personas mantuvieron una angustia severa y comportamientos suicidas tras la operación… No se encontró una sólida evidencia científica de que la reasignación de género sea clínicamente eficaz«.

El entonces director del departamento, Chris Hyde, actualmente profesor de Salud Pública y Epidemología Clínica en a Universidad de Exeter, lo sintetizaba así: «Existe una enorme incertidumbre sobre si cambiarle a alguien el sexo es algo bueno o malo. A pesar de que, sin duda, se actúa con mucho cuidado para asegurar que reciben reasignación de género los pacientes adecuados, sigue habiendo un gran número de personas que se someten a la cirugía pero permanecen traumatizados, hasta el punto de cometer suicidio».

Una de las razones que invalidaban numerosos estudios fue la elevada tasa de abandono en el seguimiento. Por ejemplo, en un estudio de cinco años sobre 727 personas sometidas a cambio de sexo, 495 (el 68%) abandonaron el programa «por razones desconocidas». «Aunque está claro que a algunas personas la cirugía de reasignación de sexo les va bien», explicó Hyde, «las investigaciones disponibles no permiten asegurar a cuántos pacientes les va mal y, en tal caso, cómo de mal».

Instituto Karolinska de Estocolmo
En febrero de 2011 se publicó un estudio sobre seguimiento a largo plazo (treinta años: 1973-2003) de pacientes sometidos a cirugía de «reasignación de sexo» en Suecia: 191 hombres a mujer y 133 mujeres a hombre. El estudio lo firmaron seis investigadores del prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo, y la conclusión fue rotunda: «Las personas con transexualismo, después de la reasignación de sexo, tienen un riesgo considerablemente mayor de mortalidad, comportamiento suicida e incidencia psiquiátrica que la población general», con una tasa de suicidio veinte veces superior entre los diez y quince años posteriores a la cirugía.

Hayes, Inc., líder en evaluación tecnológica médica
En mayo de 2014, Hayes Inc., una empresa de referencia en la evaluación de tecnología médica, elaboró tres informes sobre el impacto de la terapia hormonal, la cirugía de reasignación de sexo y los procedimientos secundarios (modificaciones faciales o de voz) en el tratamiento de la disforia de género.

La conclusión para los tres procedimientos fue otorgarles el nivel más bajo en cuanto a «calidad de la evidencia» del beneficio para el paciente tal como se desprende de los estudios revisados: «No se ha demostrado consistentemente mejorías estadísticamente significativas… En general los estudios tienen deficiencias asociadas con su realización…». Entre ellas, «falta de aleatoriedad», «periodos de seguimiento desconocidos o muy cortos», «variable duración del seguimiento», «posible sesgo en la selección», «falta de una medición objetiva y validable de los resultados»…

Asesoría científica de Medicare
En agosto de 2016, y a pesar de sufrir enormes presiones de la Administración Obama para que la cirugía de reasignación de sexo fuese cubierta por Medicare (el sistema público de salud), los Centers for Medicare & Medicaid Services (CMS) opinaron en contra con una razón contundente: «Actualmente, los contratistas locales de Medicare determinan la cobertura de la cirugía de reasignación de género caso por caso. Hemos recibido una petición completa y formal para que decidamos que las soluciones quirúrgicas para el trastorno de identidad de género, ahora conocido como disforia de género, reciban una cobertura nacional. Los CMS no van a tomar en este momento una decisión de cobertura nacional para la cirugía de reasignación de género para los beneficiarios de Medicare con disforia de género porque la evidencia clínica no es concluyente para la población bajo Medicare».

En una anterior decisión de junio, ya anticipaban que «sobre la base de una revisión exhaustiva de la evidencia clínica disponible en este momento, no hay suficiente evidencia para determinar si la cirugía de reasignación de género mejora los resultados de salud de los beneficiarios de Medicare con disforia de género. Había estudios con resultados discutidos (inconsistentes), y de los estudios mejor diseñados, unos informaban de beneficios mientras que otros informaban de perjuicios«.

Lo reconocen incluso quienes la apoyan
Esta última decisión de los expertos de Medicare reviste especial importancia por mostrar su independencia de criterio ante la presión política, algo realmente difícil dada la estrategia de intimidación del establishment político, cultural, educativo y mediático para imponer la ideología de género, que tiene en la normalización del cambio de sexo su principal plasmación práctica.

La aceleración e intensificación de ese proceso de coerción sobre los profesionales es patente en los dos últimos años, y dos publicaciones recientes son ejemplo de ello.

En octubre de 2017, un estudio publicado por la JAMA sobre tratamiento de la disforia de género ofrece seis recomendaciones, tres de las cuales incluyen terapia hormonal y cirugía pos-terapia hormonal, al tiempo que reconoce que están apoyadas en «baja» o «muy baja» evidencia.

Un mes antes, la Endocrine Society publicó unas directrices para el tratamiento de la disforia de género, con objeto de «establecer un marco para el tratamiento apropiado de estas personas», en sentido favorable a la «reasignación de sexo». Cada una de las 28 recomendaciones va acompañada de una valoración sobre su evidencia clínica. Pues bien: de las 28 recomendaciones, 6 no reciben calificación (por tratarse de pautas generales), 5 tienen una «muy baja» evidencia, 14 una «baja» evidencia y 3 una «moderada» evidencia. Ninguna alcanza el nivel máximo de «alta» evidencia.

No es extraño, pues, que en julio de 2017 tres médicos de primer nivel alertaran contra la supresión hormonal en adolescentes: los doctores Paul W. Hruz, pediatra y profesor de Endocrinología y Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis; Lawrence S. Mayer, psiquiatra en la Facultad de Medicina del hospital Johns Hopkins y de informática biomédica en la Clínica Mayo; y Paul R. McHugh, que fue durante 26 años jefe del departamento de Psiquiatría del Hospital Johns Hopkins.

La intimidación
¿Qué conduce a unos especialistas a recomendar la aplicación de terapias de eficacia no contrastada sobre organismos sanos para resolver un problema psicológico, o incluso a pura petición del interesado?

Una parte de la explicación reside en el temor. Como explica la doctora Michelle Cretella, presidenta del Colegio Americano de Pediatras, «nadie está libre de disentir sin ser castigado. Los castigos abarcan desde no ser tenido en cuenta en los ascensos a ser cesado de puestos de dirección, pasando por sufrir la pérdida de fondos para investigación o un intenso acoso por parte de tus compañeros y amenazas de muerte por parte de activistas».

Fue el caso del doctor Paul McHugh, durante veinte años jefe del departamento de Psiquiatría en el Johns Hopkins Hospital. Allí empezaron a hacerse las primeras cirugías de reasignación de sexo, hasta que en 1979 decidió suprimirlas ante la evidencia de que no ayudaban a las personas con disforia de género. A partir de entonces cayó en desgracia, existen páginas web creadas exclusivamente para atacarle y fue acusado en diversos medios de comunicación de «poner en peligro la vida de los jóvenes transgénero» (The Huffington Post).

Los presupuestos filosóficos
Pero otra parte de la explicación va más allá de la medicina.

Según Ryan Anderson, autor de When Harry became Sally, también importa la filosofía personal de cada profesional. «Algunos médicos puede considerar que los sentimientos y creencias desconectados de la realidad son parte del funcionamiento normal del ser humano y no deben preocuparnos a no ser que produzcan angustia. Otros médicos peuden considerar que esos sentimientos y creencias son disfuncionales en sí mismos (aun si el paciente no los considere causa de estrés), porque indican un problema en los procesos mentales. Pero las opiniones de unos u otros psiquiatras a efectos de diagnóstico y tratamiento no pueden resolver las cuestiones filosóficas: ¿es bueno o malo o neutral albergar sentimientos y creencias que chocan con la realidad? ¿Debemos aceptarlos como la última palabra, o intentar entender sus causas y corregirlas, o al menos mitigar sus efectos?».


When Harry became Sally [Cuando Harry se convirtió en Sally. Respondiendo al momento transgénero], de Ryan Anderson, es una obra recién publicada cuyo autor se sintió movido a escribir ante las desagarradoras historias de personas que se han arrepentido de los tratamientos de «reasignación de sexo» sufridos.

Y lo cierto es, subraya Anderson, que, contrariamente a lo que pretenden los ideólogos de género, «el sexo no se ‘asigna’ al nacimiento, y por esa razón no puede ser ‘reasignado’. El sexo es una realidad corporal que puede reconocerse antes del nacimiento… En un organismo el sexo se identifica y define por la forma en la que dicho organismo se organiza para la reproducción sexual«. Y eso permanece más allá de las transformaciones hormonales o quirúrgicas que puedan introducirse artificialmente en él.

«En el corazón de la ideología [de género]», dice Anderson, «está la pretensión radical de que los sentimientos determinan la realidad». Eso no es bueno para quien padece disforia de género, pero peor es que se convierta en dogma: «Si la identidad de género se la crea uno mismo, ¿por qué los demás deben aceptarla como una realidad? Si debemos ser libres para elegir nuestra realidad de género, ¿por qué algunas personas pueden imponer a los demás su idea de la realidad solo porque se identifican como transgénero?».

Son las contradicciones que esa ideología es incapaz de responder, por lo cual, para imponerse, ha de hacerlo, señala el pediatra Andre Van Mol, «como una religión subvencionada por el estado«.

Fuente: https://www.religionenlibertad.com/cuatro-grandes-estudios-sobre-reasignacion-sexo-coinciden-hay-evidencia-63057.htm

ABORTO: Cuando la propaganda choca con la ciencia

En el proyecto de ley que actualmente se discute en el congreso, se afirma que la tasa de muerte materna por aborto en Chile es de 4,6/100.000 nacidos vivos (NV), y que en Estados Unidos, es de 0,3/100.000 NV, sugiriendo que una ley que permita el aborto, ayudaría a disminuir la tasa de mortalidad materna por aborto. Sin embargo, estudios avalan la incongruencia de estas cifras, además de otras consecuencias (como el aumento del riesgo de suicidio) que este proyecto de ley prefiere ocultar.

El doctor Elard Koch, epidemiólogo chileno Director Instituto de Epidemiologia Molecular (MELISA) en la Universidad Católica de la Santísima Concepción y Director de Investigación en la Universidad de Chile Facultad de Medicina, afirma en una entrevista realizada al diario El País de Uruguay, que «El aborto legal no mejora los datos de salud materna en ningún país: Chile no tiene aborto desde 1989, las chilenas no abortan tampoco en los países vecinos, y su salud maternal es la mejor del continente americano. Ninguna chilena ha muerto por aborto clandestino».

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-Usted ha estudiado en Chile la relación entre la mortalidad materna y el aborto. ¿A qué   conclusión llegó?
-El caso de Chile es único porque se prohibió el aborto en 1989 y eso permitió evaluar en un largo período de tiempo. Durante 40 años en los que se promovieron diferentes legislaciones especialmente en Europa y Estados Unidos, hay una noción de que la prohibición del aborto tendría un efecto negativo sobre la salud materna producto de que habría grandes cantidades de abortos clandestinos.
Pero la investigación que hemos hecho demuestra lo contrario, porque la mortalidad materna global continuó reduciéndose (hasta llegar al 94%) y la mortalidad materna exclusivamente por aborto se redujo en un 99%.

La principal conclusión es que el status legal del aborto tiene un efecto nulo en cuanto a la mortalidad materna, que venía reduciéndose desde 1965, por lo que si prohibir el aborto tiene un efecto negativo lo que debíamos observar es que la mortalidad materna dejara de reducirse o se incrementara.

-¿Cuál debería ser el total de abortos anuales en Uruguay en función de su población?
-Nosotros hicimos una estimación para Uruguay antes de que se legalizara el aborto e indicaba un intervalo entre los 3.200 y 5.200 abortos anuales. Pero en ningún caso podría haber en Uruguay 33.000 abortos como se dijo durante el debate parlamentario de la ley. Eso realmente es una cifra escandalosa.

-¿Qué pasaría con esa cifra si la ley que despenalizó el aborto hasta las 12 semanas se mantiene vigente?
-La cifra puede aumentar entre ocho y diez veces, por lo que en 15 años Uruguay podría llegar a tener entre 30.000 y 35.000 abortos anuales. Por ejemplo, en España el aborto se legalizó en 1985 y dos años más tarde hubo 16.766 abortos y en 2008 hubo 115.000. Pero todo esto depende de la conducta reproductiva y la fertilidad de cada país.

-¿Cuáles son las situaciones que conlleva la despenalización del aborto?
-El aborto clandestino es diez veces más bajo que el que ocurriría con el aborto legal, por lo quetodos los problemas que atrae de por sí se van a exacerbar debido a que aumenta la cantidad de abortos. Los dos problemas que actualmente están muy documentados en la literatura son los relativos a la salud mental.

Dos estudios en Finlandia y otro en Estados Unidos siguieron durante un año a mujeres que abortaron comparándolas con otras que no abortaron, y mostraron que el riesgo de suicidio aumenta entre dos y tres veces.

También hay riesgo de problemas en embarazos subsiguientes, con situaciones de nacimientos de niños prematuros. Pero lo que más aumenta con la legalización del aborto es la repetición, ya que hay mujeres que se realizan uno, dos, tres cuatro y hasta cinco abortos a lo largo de su vida fértil. Y eso ocurre en especial en las mujeres más jóvenes, que comienzan con los primeros abortos siendo adolescentes.

-En Uruguay, la mayoría de los abortos se realizan mediante el uso de Misoprostol, por lo que la mujer interrumpe su embarazo en su casa. ¿Eso tiene algún efecto?
-Más que el aborto quirúrgico, el aborto por Misoprostol que hace la mujer en su casa, provoca serias contracciones y eso es una experiencia que provoca un mayor trauma. El aborto por Misoprostol que se practica la mujer en su propia casa no es como sacarse una uña, sino que hay que pensar que hay un importante sangrado y contracciones, además del drama que significa tener que decidir poner fin a la vida de un hijo o hija en proceso de gestación.

“El hijo en gestación no es un apéndice”
El doctor Elard Koch entiende que el argumento por el cual se defiende la legalidad del aborto en función de que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo, no es válido. “Yo tengo derecho a aletear con mis brazos, pero en el momento en que comienzo a rozar la nariz de otra persona con mi aleteo, ese derecho desaparece”, dijo el médico chileno a El País.

“Y en este caso pasa lo mismo, porque el hijo o hija en gestación no es un apéndice ni parte del cuerpo de la mujer, sino que es un individuo genéticamente diferente”, remarcó el experto.

Consultado sobre el máximo de 12 semanas de gestación que prevé la ley uruguaya para considerar legal un aborto, Koch dijo: “Como médico y científico tengo muy claro que la vida humana comienza al momento de la fecundación, porque a partir de ese momento ya hay un hijo en gestación. El concepto de persona es más bien jurídico”.

(Fuente: El Pais)

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Elard Koch es experto en epidemiología y en biología molecular. Dirige el Instituto de Epidemiología Molecular en la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Es profesor asistente e investigador en el Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Visto en: Instituto de Política Familiar Chile

Referencia:

Women’s Education Level, Maternal Health Facilities, Abortion Legislation and Maternal Deaths: A Natural Experiment in Chile from 1957 to 2007

El cáncer aumentará en 75% para 2030

El cáncer asociado a la reproducción y estilo de vida, como el de próstata, mama y colon y recto, se incrementará drásticamente.

Para el año 2030 los casos de cáncer en el mundo se incrementarán 75% -predice la Organización Mundial de la Salud- principalmente debido a los cambios en el estilo de vida.

La mayoría de estos casos, dice la organización, se verán en el mundo en desarrollo y en algunos de los países más pobres el incremento será de más de 90%.

El estudio de estadísticas, que los expertos califican de «preocupantes», fueron presentadas por la Agencia Internacional para la Investigación de Cáncer (IARC) en Francia, un organismo de la OMS, y es el primero que analiza los patrones futuros de incidencia y mortalidad de varios tipos de cáncer en el mundo.

Los resultados, publicados en la revista The Lancet Oncology, muestran que mientras algunos tipos de cáncer -como el de cuello uterino y estomacal- comenzarán a reducirse en países donde habrá una mejora socioeconómica, otros tipos de cáncer -los asociados al estilo de vida- se incrementarán «sustancialmente».

Estilo de vida

«El objetivo de nuestro estudio era entender la relación entre las tasas de incidencia y mortalidad de cáncer y los cambios en el desarrollo humano de un país», explica a la BBC el doctor Freddie Bray, quien dirigió el estudio.

«Lo que observamos es un incremento en la carga de cáncer en los países que están atravesando una transición socioeconómica y mejora de ingresos, lo cual está asociado a varios tipos de cáncer».

«El cáncer ya es hoy la principal causa de muerte en muchos países de altos ingresos y en las próximas décadas será una de las principales causas de incidencia y mortalidad en cada región del mundo».

«Hoy tenemos cerca de 7 millones de casos de cáncer en el mundo cada año. Para el año 2030 habrá más de 22,2 millones, lo cual es un incremento de 75%», expresa el experto.

El estudio utilizó la información de GLOBOCAN, una base de datos compilada por la IARC sobre incidencia y mortalidad de cáncer en 2008 en 184 países.

Con estos datos llevaron a cabo un modelo sobre los patrones de los tipos de cáncer más comunes y cómo varían según cuatro niveles del desarrollo humano.

El cáncer ya es hoy la principal causa de muerte en muchos países de altos ingresos y en las próximas décadas será una de las principales causas de incidencia y mortalidad en cada región del mundo «

Dr. Freddie Bray

Así proyectaron cómo se verá la carga de seis tipos de cáncer en países de altos, medianos, bajos y muy bajos ingresos en el 2030 según los cambios que se pronostican en cada población, incluidas las tasas de envejecimiento.

Hoy en día los países de muy bajos ingresos -principalmente los de África subsahariana- tienen un alta incidencia de cáncer asociado a infecciones, como el de cuello uterino, hepático, estomacal y sarcoma de Kaposi.

En los países de altos ingresos actualmente se ve una alta incidencia de cáncer asociado al tabaco, factores de riesgo reproductivo, obesidad y dieta (cáncer de mama, próstata y de colon y recto).

La predicción para el 2030 es que en los países de bajos ingresos se reducirá el cáncer asociado a infecciones, pero se incrementarán los asociados a obesidad, reproducción y dieta.

Los autores creen que los cambios demográficos que se verán en muchos países de medianos ingresos (incluida América Latina, China, India y Sudáfrica) experimentarán un incremento de 78% en los casos de estos tipos de cáncer, en particular de próstata y mama.

Y en algunas regiones de muy bajos ingresos predicen un aumento de 93% en ese mismo período.

Tal como señala el doctor Bray, estas cifras son una «llamada de alerta» -particularmente en el mundo en desarrollo- sobre las tendencias de las próximas décadas.

«Hay muchas cosas que podemos hacer para la prevención de cáncer», dice el experto.

«Por ejemplo, se pueden reducir las tasas de obesidad, que es un factor de riesgo importante del cáncer de colon y recto, próstata y mama».

«Pero principalmente es necesario reducir el tabaquismo, el principal factor de riesgo de cáncer pulmonar, que es el cáncer más común en todo el mundo», afirma el investigador.

Fuente: http://www.bbc.co.uk/mundo/