Aborto libre: ¿De qué lado está la evidencia?

Aborto libre: ¿De qué lado está la evidencia?

Independiente de la cantidad de muertes, el aborto clandestino es una realidad extendida en Chile con más de 100.000 por año, lo que pone en riesgo potencial a las mujeres. La evidencia al respecto es más cauta en este punto. Amnistía Internacional (2016) muestra que las cifras de aborto pueden rondar entre los 33.000 , 70.000 o 160.000 al año, según tres estudios diferentes. Me parece que, si se quiere llevar un debate serio sobre el aborto, los dirigentes no pueden seguir sosteniendo discursos que no representan la realidad del país. Es urgente que se hable con transparencia a la ciudadanía y sin caricaturizar posturas. Esto recién comienza y el tiempo dirá si la evidencia es tomada en cuenta.

La marcha pro un aborto libre se basa en el lema “Educación para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Hasta ahí sería insensato no dar cabida en la legislación del país a mujeres que están muriendo. Hagamos “doble clic” sobre este punto y revisemos qué dice la evidencia científica al respecto.

Según el estudio de Donoso y Oyarzún (2004) Chile entre 1990 y 2000 redujo en un 50% la tasa de muerte materna, convirtiéndose en el país más seguro de la región. Más aún, en otro estudio (Donoso, 2004) calcula la tasa de mortalidad materna multiplicando la cifra oficial por la estimación de subregistros, es decir, agregado los casos teóricos de abortos clandestinos, estimando una cifra máxima entre 2 a 4 mujeres por año. Lo más interesante de todo esto, es que los científicos no creen que el aborto legal solucioné las muertes maternas que aún persisten en el sistema, sino que se debe abogar por políticas de prevención del embarazo no deseado (Szot y Moreno, 2003).

Un segundo punto muy interesante, es que, independiente de la cantidad de muertes, el aborto clandestino es una realidad extendida en Chile con más de 100.000 por año, lo que pone en riesgo potencial a las mujeres. La evidencia al respecto es más cauta en este punto. Amnistía Internacional (2016) muestra que las cifras de aborto pueden rondar entre los 33.000 , 70.000 o 160.000 al año, según tres estudios diferentes.

La presentación de estas cifras es poco rigurosa, porque no distingue entre abortos espontáneos y abortos inducidos. La cifra de 33.000, es corroborada por el investigador Elard Koch (2014) a partir de las tipificaciones CIE-10, contemplando aborto espontáneos e inducidos, estimando un máximo de 18.071 abortos provocados por año. En segundo lugar, el informe anual de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales  (2013) asegura que hay entre 60.000 y 70.000 abortos por año: sin embargo, no se logra distinguir entre abortos espontáneos o provocados.

Al consultar la referencia utilizada para estimar esta cifra, no se encuentra disponible en la página web indicada (además que la página no cuenta con una sección de investigación científica sobre aborto, y sí sobre otros temas médicos). Por último, la cifra de 160.000 abortos por año ha sido la más cuestionada. Según el estudio de Jorge Szot (2008) está cifra se desprende de un informe del Instituto Guttmacher (s/f). Ahora bien, el mismo instituto (2016) indica que las cifras que superan los 60.000 abortos por año no han sido corroboradas. Además, dos estudios (Koch et al, 2012; Koch et al, 2014) critican que esta cifra (160.000) fue calculada en Chile bajo serias falencias metodológicas: esto fue advertido primero en Colombia cuando se usó una metodología similar (encuestas de opinión subjetivas) y se entregó una cifra de 1 aborto por cada 1,8 nacidos vivos.

Un último punto, que ha enfrentado a la sociedad es que el aborto seguro es un privilegio de los ricos (que los justifican como apendicitis). No olvidemos que la ex Ministra Helia Molina hizo una acusación grave a las clínicas privadas, lo que a lo postre le costaría el cargo, precisamente porque la evidencia muestra lo contrario. El estudio de Koch (2012) demostró que desde el cambio de ley en 1989 que restringió el aborto en todas sus causales, no ha habido aumento en hospitalizaciones por apendicitis u otras cirugías comunes.

A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012) asegura que “los abortos que cumplen con los requisitos de seguridad se convierten en el privilegio de los ricos” (p.18), basándose en el estudio de Shusheela Singh y colaboradores (2009). Sin embargo, los datos que entrega este estudio sólo muestran que en 4 países (Uganda, Pakistán, México y Guatemala) hay diferencias en el acceso a atención médica post abortos clandestinos entre las categorías “pobres” y “no pobres”, pero en ningún momento entrega evidencia sobre abortos realizados por gente con altos ingresos económicos. Es imposible pensar que la sociedad se divide entre pobres (que según Casen presentan el 13% de la población) y no pobres (el otro 87%). Quizás habría que indagar si está cifra aumentó en el extranjero, pero hacer un rastreo de este tipo a nivel científico resulta imposible.

Me parece que, si se quiere llevar un debate serio sobre el aborto, los dirigentes no pueden seguir sosteniendo discursos que no representan la realidad del país. Es urgente que se hable con transparencia a la ciudadanía y sin caricaturizar posturas. Esto recién comienza y el tiempo dirá si la evidencia es tomada en cuenta o no.

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ABORTO: Cuando la propaganda choca con la ciencia

En el proyecto de ley que actualmente se discute en el congreso, se afirma que la tasa de muerte materna por aborto en Chile es de 4,6/100.000 nacidos vivos (NV), y que en Estados Unidos, es de 0,3/100.000 NV, sugiriendo que una ley que permita el aborto, ayudaría a disminuir la tasa de mortalidad materna por aborto. Sin embargo, estudios avalan la incongruencia de estas cifras, además de otras consecuencias (como el aumento del riesgo de suicidio) que este proyecto de ley prefiere ocultar.

El doctor Elard Koch, epidemiólogo chileno Director Instituto de Epidemiologia Molecular (MELISA) en la Universidad Católica de la Santísima Concepción y Director de Investigación en la Universidad de Chile Facultad de Medicina, afirma en una entrevista realizada al diario El País de Uruguay, que «El aborto legal no mejora los datos de salud materna en ningún país: Chile no tiene aborto desde 1989, las chilenas no abortan tampoco en los países vecinos, y su salud maternal es la mejor del continente americano. Ninguna chilena ha muerto por aborto clandestino».

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-Usted ha estudiado en Chile la relación entre la mortalidad materna y el aborto. ¿A qué   conclusión llegó?
-El caso de Chile es único porque se prohibió el aborto en 1989 y eso permitió evaluar en un largo período de tiempo. Durante 40 años en los que se promovieron diferentes legislaciones especialmente en Europa y Estados Unidos, hay una noción de que la prohibición del aborto tendría un efecto negativo sobre la salud materna producto de que habría grandes cantidades de abortos clandestinos.
Pero la investigación que hemos hecho demuestra lo contrario, porque la mortalidad materna global continuó reduciéndose (hasta llegar al 94%) y la mortalidad materna exclusivamente por aborto se redujo en un 99%.

La principal conclusión es que el status legal del aborto tiene un efecto nulo en cuanto a la mortalidad materna, que venía reduciéndose desde 1965, por lo que si prohibir el aborto tiene un efecto negativo lo que debíamos observar es que la mortalidad materna dejara de reducirse o se incrementara.

-¿Cuál debería ser el total de abortos anuales en Uruguay en función de su población?
-Nosotros hicimos una estimación para Uruguay antes de que se legalizara el aborto e indicaba un intervalo entre los 3.200 y 5.200 abortos anuales. Pero en ningún caso podría haber en Uruguay 33.000 abortos como se dijo durante el debate parlamentario de la ley. Eso realmente es una cifra escandalosa.

-¿Qué pasaría con esa cifra si la ley que despenalizó el aborto hasta las 12 semanas se mantiene vigente?
-La cifra puede aumentar entre ocho y diez veces, por lo que en 15 años Uruguay podría llegar a tener entre 30.000 y 35.000 abortos anuales. Por ejemplo, en España el aborto se legalizó en 1985 y dos años más tarde hubo 16.766 abortos y en 2008 hubo 115.000. Pero todo esto depende de la conducta reproductiva y la fertilidad de cada país.

-¿Cuáles son las situaciones que conlleva la despenalización del aborto?
-El aborto clandestino es diez veces más bajo que el que ocurriría con el aborto legal, por lo quetodos los problemas que atrae de por sí se van a exacerbar debido a que aumenta la cantidad de abortos. Los dos problemas que actualmente están muy documentados en la literatura son los relativos a la salud mental.

Dos estudios en Finlandia y otro en Estados Unidos siguieron durante un año a mujeres que abortaron comparándolas con otras que no abortaron, y mostraron que el riesgo de suicidio aumenta entre dos y tres veces.

También hay riesgo de problemas en embarazos subsiguientes, con situaciones de nacimientos de niños prematuros. Pero lo que más aumenta con la legalización del aborto es la repetición, ya que hay mujeres que se realizan uno, dos, tres cuatro y hasta cinco abortos a lo largo de su vida fértil. Y eso ocurre en especial en las mujeres más jóvenes, que comienzan con los primeros abortos siendo adolescentes.

-En Uruguay, la mayoría de los abortos se realizan mediante el uso de Misoprostol, por lo que la mujer interrumpe su embarazo en su casa. ¿Eso tiene algún efecto?
-Más que el aborto quirúrgico, el aborto por Misoprostol que hace la mujer en su casa, provoca serias contracciones y eso es una experiencia que provoca un mayor trauma. El aborto por Misoprostol que se practica la mujer en su propia casa no es como sacarse una uña, sino que hay que pensar que hay un importante sangrado y contracciones, además del drama que significa tener que decidir poner fin a la vida de un hijo o hija en proceso de gestación.

“El hijo en gestación no es un apéndice”
El doctor Elard Koch entiende que el argumento por el cual se defiende la legalidad del aborto en función de que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo, no es válido. “Yo tengo derecho a aletear con mis brazos, pero en el momento en que comienzo a rozar la nariz de otra persona con mi aleteo, ese derecho desaparece”, dijo el médico chileno a El País.

“Y en este caso pasa lo mismo, porque el hijo o hija en gestación no es un apéndice ni parte del cuerpo de la mujer, sino que es un individuo genéticamente diferente”, remarcó el experto.

Consultado sobre el máximo de 12 semanas de gestación que prevé la ley uruguaya para considerar legal un aborto, Koch dijo: “Como médico y científico tengo muy claro que la vida humana comienza al momento de la fecundación, porque a partir de ese momento ya hay un hijo en gestación. El concepto de persona es más bien jurídico”.

(Fuente: El Pais)

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Elard Koch es experto en epidemiología y en biología molecular. Dirige el Instituto de Epidemiología Molecular en la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Es profesor asistente e investigador en el Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Visto en: Instituto de Política Familiar Chile

Referencia:

Women’s Education Level, Maternal Health Facilities, Abortion Legislation and Maternal Deaths: A Natural Experiment in Chile from 1957 to 2007

Chile, Irlanda y el aborto

Por: Elard Koch Chile, Irlanda y el aborto Publicado el 18 marzo 2013

Por: Elard Koch
Chile, Irlanda y el aborto
Publicado el 18 marzo 2013

¿Qué poseen en común Chile e Irlanda en materia de salud materna y aborto? Tuve la valiosa oportunidad de participar como miembro del Comité de Excelencia en Salud Materna, que reunido en Dublín, analizó las experiencias de Irlanda, Chile y otros países con altos estándares de salud materna en el mundo y que se materializó en la Declaración de Dublín.

Ambos países se encuentran entre las naciones más seguras del mundo para ser madre en sus respectivos continentes. En el caso de Chile, excluyendo muertes por causas no obstétricas –también llamadas causas indirectas- el año 2010 ocurrieron 30 muertes con una razón de mortalidad de 11,9 por 100,000 nacidos vivos. Esto sitúa al país sólo tras Canadá en el continente americano y con más baja mortalidad materna que Estados Unidos. En Irlanda, el mismo año se registraron tres muertes maternas con 74.976 nacidos vivos y una razón de mortalidad de cuatro por 100,000 nacidos vivos, situando a ese país entre los cinco países con más baja mortalidad de Europa.

Lo interesante, es que ambos países cuentan con las legislaciones menos permisivas de aborto electivo en el mundo y poseen casi nula mortalidad por aborto, desafiando el mito según el cual, la restricción del aborto conduce a cientos o incluso miles de muertes por aborto: falso.

Las muertes por aborto en Chile disminuyeron 99% en 50 años. Más aún, desde la prohibición del “aborto terapéutico” en 1989, la disminución continuó, confirmando que esta ley era absolutamente fútil para reducir la mortalidad materna o para afrontar casos excepcionales en los que pueda existir un riesgo inminente para la vida de la madre. Este punto no es menor, pues es un argumento recurrente para promover la legalización del aborto en Irlanda, Chile y Latinoamérica en general.

En los años 60, cerca de 45% de las hospitalizaciones por aborto estaban relacionadas con abortos provocados. La reducción continua en la tasa de hospitalizaciones por cualquier tipo de aborto en Chile desde 1967, indica que la práctica del aborto inducido se redujo en paralelo con la caída de la mortalidad por aborto. De hecho, estimaciones publicadas hace pocos meses, muestran que sólo entre 10% y 19% de todas las hospitalizaciones por aborto en Chile se pueden asociar a complicaciones de abortos provocados en la última década.

La mayoría de los abortos inducidos en Chile, estarían ocurriendo hoy a través de la venta ilegal de misoprostol en el mercado negro, aparentemente, un negocio lucrativo sin mayor control a pesar de ser ilegal –algo que sin duda requiere la atención de la autoridad sanitaria y judicial, en especial, por los riesgos que implica.

En términos estadísticos, las tasas de aborto en Chile e Irlanda son en promedio 10 a 12 veces más bajas que las que ocurren en países con aborto legal como España, cuya tasa de abortos inducidos se ha incrementado 10 veces desde que fuese legalizado en 1985. En números absolutos, los abortos anuales en la región ibérica aumentaron desde 16.700 hasta casi 115.000 en la actualidad. Los abortos a repetición en una misma mujer aumentaron de 20% a más de 35%, sugiriendo que el aborto legal esta siendo utilizado como una suerte de método contraceptivo en España. En el caso de Chile, el intervalo de confianza estimado cae entre  8.270 y 20.675 abortos provocados por año en la última década, siendo el aborto repetido menos probable por razones obvias.

La explicación es lógica: mientras la permisión legal facilita el acceso e incrementa la incidencia del aborto electivo, la restricción legal dificulta el acceso y disminuye la incidencia del mismo.

Obviamente, el efecto disuasivo de una ley menos permisiva no logra eliminar totalmente el problema pero si disminuirlo, tal como se pretende con leyes que restringen el consumo de drogas, alcohol o tabaco. Además, la sanción moral o el estigma social hacia el aborto provocado son más fuertes en países como Chile e Irlanda. Así, es razonable pensar que una importante proporción de mujeres que piensan en el aborto como una alternativa frente a un embarazo no intencionado, antes de exponerse a la clandestinidad, optan por llevar su embarazo a término.

Resulta increíble que hoy se insista una y otra vez en anacronismos que pretenden reinstalar una legislación de “aborto terapéutico” inútil, que incluso, se presta para abusos interpretativos. Por ejemplo, en un completo artículo publicado por The Clinic  (el artículo se titula “La vía chilena hacia el aborto” publicado en 2003) se documenta el caso del médico chileno Aníbal Faúndes y su equipo en el Hospital Barros Luco Trudeau en 1973. Por “aborto terapéutico” se entendía cualquier motivo, desde razones socioeconómicas hasta la simple elección. Miles de abortos electivos se practicaron amparados hipócritamente en aquella ley.

La experiencia chilena es valiosa y muestra que la ética médica es suficiente para resolver cada caso de aparente conflicto entre la vida de la madre y la vida del hijo o hija en gestación. Más aún, un recto razonamiento ético operando en conjunto con la ley actual, permite dinámicamente adaptarse al avance de la técnica y el conocimiento científico, promoviendo una sana praxis médica reflexiva y responsable, a su vez previniendo una mala praxis médica.

Finalmente, si el objetivo de naciones como Chile e Irlanda es mantener un alto estándar de salud materna, proteger simultáneamente la salud de la mujer, la vida en gestación, manteniendo a la vez una baja tasa de abortos provocados, el camino ciertamente, no pasa por modificar el estatus legal del aborto en estos países.

Elard Koch
Epidemiologo
Instituto de Epidemiologia Molecular (MELISA)
Concepción, Chile
www.melisainstitute.com

Fuente:

http://www.chileb.cl/perspectiva/chile-irlanda-y-el-aborto/

Referencias:

http://www.ucsc.cl/noticias/academico-elard-koch-chile-no-necesita-una-ley-de-aborto/

http://scholar.google.cl/citations?user=KsGo-0sAAAAJ&hl=en&oi=ao

http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0036613

Sobrestimación del aborto inducido en Colombia y otros países
latinoamericanos