Hombre que se cree mujer es aceptado en colegio femenino tras fuerte presión de los medios y el lobby LGTB

El adolescente estuvo respaldado por la ley de identidad de género que permite el cambio de nombre y sexo en la documentación.

Insólito. Un joven chileno transexual identificado como Arlén Aliaga ingresó al Liceo 1 Javiera Carrera, un emblemático colegio público de Santiago, luego de batallar porque se le permitiera ingresar a la escuela exclusiva de mujeres a pesar de ser varón.

«Es un día histórico, quizás soy la primera. Sé que hay otras personas que lo intentaron antes pero no pudieron, y claramente se pudo», dijo Aliaga a periodistas que le esperaron en el ingreso a su nuevo colegio, al que llegó en compañía de su madre vistiendo un jumper azul oscuro, tradicionalmente usado por las escolares chilenas.

Transición de hombre a mujer»

Aliaga abandonó el Liceo Barros Borgoño, según él por ser «víctima de discriminación» por parte del cuerpo directivo y docente, luego que en 2017 comenzara a hacer el «tránsito» de hombre de a mujer y se dejara crecer el pelo y solicitara el uso de jumper como uniforme escolar, lo cual le fue aceptado.

Aliaga habría pasado por varios enfrentamientos con el personal del liceo. Uno de ellos con una profesora de Química que le habría sacado del salón para reprocharle el uso de maquillaje y del jumper, utilizando como argumento que no lo necesitaba y que “estaba llamando la atención”.

“Me gritó que me fuera del liceo porque era un liceo de hombres”, también le habría dicho otro integrante del plantel. Además, el joven transexual aseguró que en el establecimiento ordenaron a una persona que la siguiera hasta el baño, a ella y a otros estudiantes, según declaraciones a CNN Prime.

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Ley de identidad de género

El adolescente que se cree mujer estuvo respaldado por la ley de identidad de géneroque permite  a los transexuales el cambio de nombre y sexo en la documentación.

La norma, promulgada en noviembre del año pasado, fue debatida por cinco años en el Congreso chileno y permite a la población trans cambiar su nombre y sexo en su documentación de identidad a partir de los 18 años, bajo su propia voluntad y solo con el requisito de llevar dos testigos.

En el caso de los jóvenes de entre 14 y 18 años deberán tener el permiso de sus padres o tutores y realizar la petición ante un juez de familia, quien definirá si la petición procede o no.

Fuente: http://laresistencia.pe/mundo.php?id=transexual-es-aceptado-en-colegio-para-mujer-tras-fuerte-presin-de-los-medios-y-el-lobby-lgtb&fbclid=IwAR1uucz9SYq9O0da_hkqcYOSFKIKTU4am2OsK6OnkHYQk-F0nilaiBRaq9Y

El feminismo y su vínculo con la pedofilia. Por Agustín Laje

Hay dictaduras que no se institucionalizan; que no necesitan del recurso de la fuerza en altas magnitudes para mantener a la sociedad sumida en sus dictados. El filósofo marxista Antonio Gramsci ya decía que el Estado era hegemonía acorazada con coerción, y cuanto más consolidada la hegemonía, menos necesidad de coerción. De ahí que podamos llamar “micro-dictaduras” a estos regímenes que han logrado altísimos niveles de hegemonía y que, por lo tanto, no permiten a los ciudadanos sacar los pies del plato de lo “políticamente correcto” sin con ello esperar negativas consecuencias, no solo sociales, sino también represivas-estatales (el caso de INADI, brillantemente desenmascarado por Cristian Iturralde, es ejemplo arquetípico de la policía del pensamiento hegemónico).

“El libro negro del Inadi”: desenmascaró el negocio de esa ideologizada y sórdida oficina burocrática que financiamos entre todos

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Valgan estos comentarios iniciales para situar el presente artículo en un contexto de dominación hegemónica de un progresismo hipócrita, dispuesto a tolerar sólo lo que comulga ideológicamente con sus postulados, y encarnizado con demonizar, deformar y censurar aquello que puede resquebrajar su dominación política. En efecto, es ese progresismo el que ha entronizado a la ideología feminista como algo automáticamente deseable y aprobable por el grueso de una sociedad que desconoce, en la mayoría absoluta de los casos, qué cuernos es el feminismo y su propuesta político-ideológica. Sucede que en contextos de alta dominación hegemónica la gente gusta de hablar sobre lo que no conoce y, peor todavía, defenderlo como si lo conociera.

Es así que nuestro título ha de chocar a simple vista: ¿Qué vínculo puede guardar el benevolente y deseable feminismo, con una causa que (de por momento, y sólo de por momento) nos resulta repugnante como la pedofilia? El objeto de este breve artículo no es sólo desnudar este vínculo, sino también desnudar la ignorancia que la gente tiene sobre el actual feminismo.

La historia del feminismo se ha interpretado en forma de “olas”. Se suele convenir que hay al menos tres olas del feminismo, cuyo hilo conductor estaría dado por la defensa de los derechos de la mujer, y sus diferencias estarían dadas por el tipo de derechos que se reivindican. Así, como primera ola bajo nuestra conceptualización, encontraríamos a los movimientos de mujeres y sus ideólogas que, tras el Renacimiento y con especial fuerza después de las revoluciones burguesas, peticionaron por derechos civiles y políticos, con John Stuart Mill a la cabeza. Podríamos entender, asimismo, que la segunda ola estuvo ligada al pensamiento marxista, especialmente a los estudios de Engels y quienes, como Kollontai, buscaron desarrollar esta mirada, en la cual los mal llamados derechos económicos estructuraban el plexo de demandas feministas. Pero a donde nos proponemos llegar para hallar el vínculo con las demandas pedófilas es a la tercera ola, cuyo nacimiento se encuentra ligado a los sucesos del Mayo Francés y cuya propuesta ideológica está basada en la “deconstrucción” de nuestra cultura.

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Agitadores y subversivos del mayo francés parisino: se rebelaron contra la nada para imponer la nada misma.

En efecto, con ella surge la ideología de género, especialmente de la mano de Simone de Beauvoir y su “no se nace mujer: llega una a serlo”. El género y el sexo pasan a moverse en esferas distintas: el uno en la cultural, el otro en la biológica. Pero no se necesitará mucho tiempo para que el sexo sea también arrastrado a la esfera cultural, y que Judith Butler declare, bajo aplausos de la progresía academicista, que el sexo en verdad siempre fue género.

La peligrosa comunista Simone de Beauvoir: vocera del filicidio y la ideología del género.

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En este marco deconstructivo las demandas feministas ya no responden a la mujer, pues la categoría de mujer se deconstruye. ¿A quién responde entonces el feminismo? Pues a todas aquellas demandas que desde el terreno de la sexualidad vayan a contrapelo de la institución familiar que, presuntamente, sería un pilar fundamental del orden capitalista. De nuevo, el marxismo, como en la teorización de Engels, pero esta vez cultural, como en el “feminismo socialista” de Marcuse.

La teoría para las feministas es imprescindible para la praxis. Son las teóricas, después de todo, las que han ido orientando el devenir del feminismo, y son sus obras precisamente las que permiten distinguir los puntos de inflexión de las olas feministas. De tal suerte que recurrir a las más importantes ideólogas feministas es la tarea central que ha de llevarse a cabo para desentrañar la ideología en cuestión.

La delincuencia lesbo-marxista intentando quemar la Catedral de Mar del Plata con los feligreses adentro.

La delincuencia lesbo-marxista intentando quemar la Catedral de Mar del Plata con los feligreses adentro.

Veamos, pues, el pensamiento de la célebre Shulamith Firestone. Esta nos explica que el proceso de destrucción de la familia no se puede dar de un momento a otro, sino que conlleva cambios paulatinos, que involucran la pedofilia. Firestone los describe de esta forma: “Después de muchas generaciones de vida no-familiar, nuestras estructuras psicosexuales podrán alterarse tan radicalmente que la pareja monógama se volvería obsoleta. Sólo podemos adivinar lo que podría reemplazarla: ¿quizás matrimonios por grupos, grupos maritales transexuales los cuales también involucran niños mayores? No lo sabemos”. [1]

El proyecto de Firestone es lograr una sociedad socialista donde la familia sea reemplazada por household, una especie de hogar formado por personas que no guardan vínculo sanguíneo. Aquí, después de “unas pocas generaciones”, se logrará que “las relaciones entre personas de edades muy dispares se conviertan en algo común”.[2] Así las cosas, “si el niño puede elegir relacionarse sexualmente con los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre genética, no habría razones a priori para que ella rechace los avances sexuales, debido a que el tabú del incesto habría perdido su función. (…) Las relaciones con niños incluirían tanto sexo genital como el niño sea capaz de recibir -probablemente considerablemente más de lo que ahora creemos-, porque el sexo genital ya no sería el foco central de la relación, pues la falta de orgasmo no presentaría un problema grave. El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales desaparecerían”[3]. Pero las relaciones pedófilas tendrían dos límites, nos dice la buena Firestone pretendiendo moderarse: el límite del consentimiento del niño por un lado, y el límite corporal por el otro. De modo que si un hombre adulto desea tener relaciones sexuales con una niña o niño de cuatro años por ejemplo, sólo debe lograr su adhesión y comprobar que las dimensiones de su vagina o ano sean penetrables. La engañifa que usa Firestone para legitimar la pedofilia es muy evidente: pone par a par la capacidad de elección de un niño respecto de la de un adulto, como si ambos dispusieran de mismas cuotas de poder. Es interesante constatar que existen reconocidos militantes y teóricos del feminismo que han sido involucrados e incluso condenados por relacionarse sexualmente con menores, como es el caso de Jorge Corsi.

La pervertida Shulamith Firestone: ideóloga del feminismo pedófilo.

La pervertida Shulamith Firestone: ideóloga del feminismo pedófilo.

Como queda claro, Firestone otorga gran significancia a la legitimación de la pedofilia como parte de la revolución socialista a la que ella busca servir. Pero no es la suya una opinión aislada dentro del feminismo de los ’70: también la reconocida teórica Kate Millet ha escrito que los niños deberían “expresarse a sí mismos sexualmente, probablemente entre ellos en un principio, pero también con adultos”.[4] Y a la cuestión de la pedofilia, las teóricas feministas suman también la reivindicación del incesto. Firestone, por ejemplo, recomienda que, a los fines de que los niños no crezcan “reprimidos sexualmente”, sean los padres quienes los inicien en su vida sexual. De hecho, recomienda que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre. ¿Y es que hay manera más determinante de reventar todo vínculo familiar que promoviendo relaciones sexuales entre adultos y niños, y entre padres e hijos? Ella sabe, a partir de Freud, la importancia que tiene para la cultura la represión del erotismo que presuntamente sentiría el niño respecto de su madre; y probablemente sepa también, a partir de Claude Lévi-Strauss, el papel que en la cultura de toda sociedad humana juega la prohibición del incesto. En efecto, no hay forma más efectiva de destruir la cultura y la familia que haciendo de la pedofilia y el incesto conductas aprobables; de los ´70 a esta parte, el feminismo radical traerá, a veces más explícitamente, otras más implícitamente, estas horripilantes reivindicaciones dentro de su programa.

La deconstrucción del sexo que trajo el feminismo con su tercera ola es compatible con una deconstrucción de la categoría “edad”. ¿Si el sexo es un dato cultural y no natural, por qué habríamos de suponer que la edad es un dato natural y no cultural? Estas suposiciones no son exclusivas de la década del ’70, sino que nos acompañan hasta hoy, de la mano de muchas ideólogas del feminismo queer, como el caso de la mencionada Butler, quien aplaude y promueve una “multiplicidad de deseos” que incluyen la pedofilia y el incesto[5], y como el caso de Sandra Torres, quien en su libro Pornoterrorismo anota: “Nunca me he acostado con un menor (salvo cuando yo también lo era) y no sé desde mi experiencia cómo se debe sentir, quizás no suceda nada malo si la mente del adulto está lo suficientemente sana o si la del menor es lo suficientemente despierta como para canalizar las sensaciones”.[6]

Quien al menos una pisca conozca sobre la intelectualidad feminista podrá advertir que las autoras y los textos mencionados no son marginales sino, más bien, todo lo contrario: se trata de nombres de la mayor relevancia para el pensamiento feminista contemporáneo. Y podrá saber, también, que estas mismas autoras suelen ubicarse mucho más allá de las sanas reivindicaciones que alguna vez tuvo el feminismo, cuando en lugar de reclamar derechos a la pedofilia, peticionaba derechos civiles y políticos.

El correlato en la práctica está a la vista: relevantes organizaciones feministas apoyan políticamente la legalización de la pedofilia, como es el caso de la Asociación Feminista Holandesa, la cual ha firmado peticiones públicas en este sentido. Gran cantidad de organizaciones feministas tienen estrechos vínculos con la NAMBLA (North American Man/Boy Love Association) y con el IPCE (International Pedophile and Child Emancipation). A nivel de referentes en el activismo feminista, sobresalen los casos de Pat Califia, Camille Paglia, Katharina Rutschky, Luisa Velázquez Herrera y Gisela Bleibtreu-Ehrenberg, todas ellas importantes cuadros feministas que articulan sus demandas con la pedofilia.

Los depravados de la internacional pedófila NAMBLA: no sólo promueven el homosexualismo sino la corrupción de menores.

Los depravados de la internacional pedófila NAMBLA: no sólo promueven el homosexualismo sino la corrupción de menores.

Es que el actual feminismo en nada sirve a la mujer: al contrario, la niega y procura su destrucción [1] (tal como se hace expreso en Monique Wittig). Bajo su máscara benevolente y bienintencionada, guarda tras de sí una estrategia imposible de visualizar para los perezosos e idiotas útiles que adhirieron al feminismo sin saber de qué se trataba: librar una batalla cultural que destruya la “superestructura” que mantiene en pie el capitalismo.

En una palabra, neomarxismo.

Citas bibliográficas

[1] Firestone, Shulamith. The dialectic of sex. The case feminist revolution. New York, Bantam Book, 1971, p. 229.

[2] Firestone, Shulamith. Ob. Cit., p. 233.

[3] Firestone, Shulamith. Ob. Cit., p. 240.

[4] Citado en Serrano, Francisco. La dictadura de género. Una amenaza contra la Justicia y la Igualdad. España, Almuzara, 2012, p. 55.

[5] Butler, Judith. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona, Paidós, 2007, p. 265.

[6] Torres, Diana. Pornoterrorismo. Tafalla, Editorial Txalaparta, 2011, pp. 100-102.

Fuente del artículohttp://prensarepublicana.com/el-feminismo-y-su-vinculo-con-la-pedofilia-por-agustin-laje/

La era de los «derechos»

El discurso más recurrente en la sociedad actual es el de la conquista de derechos en todos los campos. Lo anterior parecería a simple vista algo deseable y connatural a la democracia y al marco de libertades que vivimos, pero paradójicamente, la demanda de muchos supuestos derechos ha convertido a nuestra sociedad en una jungla, en la que prevalece el egoísmo y la irresponsabilidad.

Se exigen derechos de toda índole. Algunos exigen su derecho a fumar mariguana con el solo propósito de entretenerse, con el argumento de que nadie puede decidir sobre lo que cada quien quiera hacer con su cuerpo, y además exigen que este derecho sea para todos, que se modifiquen las leyes para terminar con el Estado paternalista que nos indica cómo debemos comportarnos. Jamás hablan de responsabilidad en toda esta perorata: el impacto en la salud pública, el incremento en la inseguridad, y la deserción estudiantil y laboral que acompañan al consumo de la cannabis.

Derechos humanos para todos. Foto: http://www.encuentos.com/

Derechos humanos para todos. Foto: http://www.encuentos.com/

Otros exigen el derecho al «matrimonio igualitario«, como parte una mera batalla ideológica que pretende estar por encima de la biología. Otros más proclaman el derecho de las parejas homosexuales a adoptar niños, siendo que no existe el derecho a la adopción, ni siquiera para las parejas heterosexuales, sino el derecho del niño a vivir en una familia.

Otros más exigen su derecho a cambiar de sexo, porque asumen que el ser hombre o mujer es una opción cultural y desafían a la propia naturaleza. Pero además, exigen que sea la Seguridad Social la que pague sus operaciones para cambio de sexo, es decir, que su «derecho» lo paguemos todos los contribuyentes.

En las posturas feministas a ultranza el discurso de los derechos se ha convertido en la columna vertebral. Muchas mujeres exigen su derecho a abortar, aunque suavizan el término llamándole interrupción voluntaria del embarazo. Con esa bandera vulneran el primero de todos los derechos: el derecho a la vida.

Otras personas hablan del derecho a una muerte digna y cabildean en diversos congresos a favor de la eutanasia, con el argumento de que todo ser humano tiene el derecho a decidir en que momento debe morir. Lo anterior es del todo cuestionable, pero lo cierto es que casi siempre este supuesto derecho lo ejercen terceros para marcar el momento en que un anciano enfermo debe expirar, pues en realidad se ha convertido en una carga para sus familiares, y aunque a algunos les cueste admitirlo, en esta sociedad nadie sobra.

Pero el tema de la exigencia de los derechos se ve en todos los planos. Los jóvenes exigen su derecho a divertirse, y desde luego que lo tienen, pero muchas veces renuncian a sus responsabilidades, al estudio, al trabajo y exigen a toda costa el ocio y el confort sin ningún tipo de límite.

La batalla de los derechos ha llegado incluso al ámbito animal. Algunas agrupaciones y no pocos políticos han desarrollado diversas iniciativas a favor de los «derechos» de los animales, lo que significa el paroxismo de lo absurdo. Ningún animal tiene derechos, pues tampoco tiene responsabilidades. Al menos no he sabido aún de ningún caso de una persona que haya llevado a un perro a los tribunales por haberlo mordido, pero en fin, el discurso a favor de los derechos parece aguantarlo todo, y hoy existen políticos que ponen como su prioridad en la agenda la defensa de los animales, cuando son vulnerados cotidianamente en nuestro país los derechos de miles de niños, mujeres, ancianos, obreros, indígenas, etcétera.

Nos hemos convertido en una sociedad que exige todo el tiempo, que clama por sus derechos, que pide incluso cosas irracionales, y que en ocasiones, con el discurso en pro de los derechos, va en contra de la misma naturaleza.

Se nos ha olvidado que si bien hay derechos existen también responsabilidades, y que además de nuestro bienestar individual existe un compromiso con el bien común, que debería condicionar en buena medida nuestro comportamiento y acciones cotidianas. La libertad presupone compromiso, aunque algunos entiendan lo anterior como ataduras. Creo que este menú de derechos a la carta, al margen de toda responsabilidad, explica en gran medida lo enferma que está nuestra sociedad.

@gvelascob

Fuente: http://www.mural.com/