Caminar con Dios es una decisión personal. Pero sabed esto: Si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche vendría el ladrón, velaría y no permitiría que se horadara su casa. Por esto, vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre viene a la hora que no pensáis. Mateo 24:43-44
Por 50 votos, la Cámara aprobó el proyecto (boletín 8942) que modifica el Código Orgánico de Tribunales en materia de juramento de jueces y auxiliares de la administración de la justicia.
El texto corresponde a una moción presentada por los diputados Jorge Burgos (DC), Pedro Araya (Ind), Guillermo Ceroni (PPD), Marcelo Díaz (PS), Pablo Lorenzini (DC) y René Saffirio(DC). Los autores plantean que no corresponde mantener la actual fórmula que señala que al tomar el juramento a jueces y auxiliares de la administración de justicia, estos deben responder a la pregunta: “¿Juráis por Dios Nuestro Señor y por estos Santos Evangelios que, en ejercicio de vuestro ministerio, guardaréis la Constitución y las leyes de la República?”, para agregar luego de la aceptación que “Si así lo hiciereis, Dios os ayude, y si no, os lo demande”.
Los legisladores sostienen la firme convicción que tales disposiciones pueden violentar la conciencia de aquellos jueces, abogados, notarios, receptores y demás auxiliares de la administración de justicia, que no profesan religión alguna.
Por ello, se modifica el Código Orgánico de Tribunales, estableciendo que el juramento o promesa para estos funcionarios será el siguiente: “¿Juráis o prometéis que, en ejercicio de vuestro ministerio, guardaréis la Constitución y las leyes de la República?”. El interrogado responderá: “Si juro” o “ Si prometo”.
En el caso de los auxiliares de la administración de Justicia, el texto de la promesa o juramento será el siguiente: “¿Juráis o prometéis que guardaréis la Constitución y las leyes de la República y que desempeñaréis fielmente las funciones de vuestro cargo?”. El interrogado responderá: “Si juro” o “Si prometo”.
El texto legal fue enviado al Senado, a cumplir su segundo trámite constitucional.
¿Se cumplió antes de tiempo lo propuesto por Michelle Bachelet?
En Chile un 84% de los ciudadanos son cristianos (católicos, evangélicos, etc.). Queda claro entonces que Bachelet busca instaurar un modelo sociopolítico que limitará la influencia de este grupo como reserva moral, para dar espacio a minorías ideologizadas. Lo anterior es grave, en los países donde se eliminó toda referencia a Dios, tarde o temprano se perdió el respeto por el hombre. Como señaló el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, “la UE será cristiana o no será”. Los síntomas de descomposición cultural y social en países que siguieron la vía propuesta por Bachelet, dan la razón para que varios países europeos y de la ex URSS hagan una defensa constitucional de sus raíces cristianas. Chile no debe restarse de este esfuerzo protegiendo su, tal vez, principal patrimonio.
El Papa Benedicto XVI está en México con la misión de reforzar la fe de los católicos en el país, según la Iglesia Católica. Pero muchos temen que su visita sirva además para apuntalar la influencia de su jerarquía en la política nacional.
El viaje de tres días por el estado de Guanajuato llega en un momento delicado en México, a sólo unos días de que arranque una campaña electoral para elegir a un nuevo presidente el 1 de julio.
En su misa del domingo en el llamado Parque Bicentenario estáran los tres principales candidatos: Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador. También grandes empresarios y líderes de gremios.
Solo unas semanas antes del viaje, los obispos mexicanos publicaron una polémica guía para «orientar» el voto de los católicos en los próximos comicios.
«Los fieles cristianos católicos deben tener claridad que no es posible hacer una opción política por quienes son partidarios o promotores de falsos derechos y libertades que atentan contra las enseñanzas contenidas en la Sagrada Escritura, la tradición y la doctrina de la Iglesia», reza el documento de la Arquidiócesis de México.
Libertad religiosa
La llegada del Pontífice coincide además con el debate en el Congreso de una reforma del artículo 24 de la Constitución que, de aprobarse, les daría mayores libertades a las iglesias y que, según sus detractores, le abriría la puerta a la participación de la jerarquía católica en política.
Una discusión que está en la agenda del Papa en su reunión con el presidente, Felipe Calderón, reconoce el gobierno mexicano.
Y que según algunos legisladores, especialmente en el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, se ven como una violación al estado laico mexicano.
Sin embargo, el Vaticano asegura que los tiempos son mera coincidencia y que se decidió venir en esta epoca para garantizar un tiempo benévolo con la salud del líder católico.
El lugar elegido por la Iglesia para recibir a Benedicto XVI tampoco parece casual, según los críticos de este encuentro.
El Papa llegó este viernes a Guanajuato, un estado fuertemente católico, pero también conservador y uno de los mayores nichos de votos para el Partido de Acción Nacional, al que las encuestas aún le dan un segundo lugar en las elecciones de julio.
«Es ridículo pensar que el Papa viene a hacer campaña», le dice a BBC Mundo el sacerdote Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México.
«No hay una sola visita de los Papas que se haya organizado con el objetivo de apoyar a un partido politico. Él no apostaría su capital simbólico para eso», advierte.
Después de Brasil, México es el país con más católicos del mundo.
Una de las grandes sorpresas de este viaje es que el Pontífice haya aterrizado en el centro del país sin hacer una parada en la capital, donde se encuentra uno de los mayores centros de peregrinaje del mundo católico.
La Basílica de Guadalupe no es sólo un símbolo para la Iglesia en México, especialmente para los papas, también un oasis en una ciudad donde en años recientes se ha aprobado una legislación «contraria a los valores de la fe», según los obispos.
El reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo y la legalización del aborto enfrentaron a las autoridades de la Iglesia con el alcalde, Marcelo Ebrard (PRD), y la Asamblea local.
Pero esa no es la razón por la que Benedicto XVI obvió a Ciudad de México en esta visita, según Valdemar.
«No es un secreto que al Santo Padre le afecta la altura», dice.
El riesgo para Joseph Ratzinger, de 85 años, de estar a más de 2000 metros sobre el nivel del mar es la verdadera razón por la cual no acudirá a la capital, según el vocero, y no el temor a una foto incómoda con los gobernantes locales.
Iglesia-Estado
Aunque México se reconoce como estado laico, la Iglesia todavía juega un papel muy destacado en la vida nacional.
A pesar de las tormentosas relaciones entre el poder político y el religioso durante los años de la Revolución y bajo los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, esta rigidez se ha ido suavizando en las últimas décadas.
Fue un presidente priísta, Carlos Salinas, quien potenció el reconocimiento del estado del Vaticano y restableció las relaciones Estado-Iglesia.
Fue algo sin precedentes que un representante de un estado extranjero llegara y que el presidente de México se arrodillara ante él y le brindara un homenaje»
John Ackerman, analista
Pero según el analista John Ackerman, la polémica sobre la influencia de la Iglesia en la vida política mexicana comenzó bajo la administración de Vicente Fox.
«Él besó el anillo del Papa cuando llegó a México (2002). Fue algo sin precedentes que un representante de un estado extranjero llegara y que el presidente de México se arrodillara ante él y le brindara un homenaje», le dice a BBC Mundo.
«Este gesto se interpretó como una gran transformación, al menos simbólicamente, en términos de separación entre Iglesia y Estado», añade Ackerman, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Esta vez no hubo beso al anillo, pero sí una menos controversial inclinación de cabeza del presidente Felipe Calderón ante el jefe de Estado del Vaticano.
Para Calderón, la recepción del viernes en el aeropuerto de Guanajuato fue probablemente el último gran acto público y de baño de masas antes de que la legislación electoral le prohiba participar en eventos que puedan considerarse «electoralistas».
Por eso ahora la atención está puesta en la misa del domingo, en las palabras del Pontífice y, sobre todo, en los gestos de los candidatos.
Y es que un factor que está jugando fuerte es la religión.
Acaba de comenzar en Estados Unidos el maratón electoral que concluirá el 6 de noviembre de este año 2012 con la designación de un nuevo presidente. Así como el partido demócrata tiene ya como candidato a Obama, el partido republicano tiene que recorrer un largo camino hasta agosto, que elegirá en la convención de Tampa Bay (Florida) el candidato que se enfrentará al presidente electo.
Este itinerario comprende una serie de estaciones intermedias que son las llamadas primarias: votaciones estado por estado que jalonan el largo recorrido. La primera de ellas acaba de tener lugar en el estado de Iowa. Los vencedores –prácticamente empatados- entre los siete candidatos han sido Mitt Romney, un mormón de 61 años y Rick Santorum, católico de 53 años. La siguiente votación es hoy martes día 10, en New Hampshire.
Los vencedores de Iowa
Miremos de cerca a los contendientes. Acabo de decir que Rick Santorum es un católico, ex senador por Pensilvania. Tiene siete hijos y, como católico coherente con sus convicciones, es pro-vida, defensor del matrimonio heterosexual y preocupado por la educación. A su alrededor se han congregado los protestantes evangélicos y, en general, los votantes defensores de los valores cristianos. Su contrincante, Romney, ha tenido que superar algunas dificultades por su religión mormona. Sin embargo, en una reciente encuesta del Pew Research Center, el 91% de los evangélicos blancos –los votantes republicanos más propensos a rechazar la religión del candidato- apoyarían a Romney si éste fuera designado como el candidato republicano para medirse con el presidente Obama.
Y es que un factor que está jugando fuerte es la religión. Incluso un conocido profesor de la Universidad de Notre Dame hace unos días titulaba así su análisis de las elecciones en marcha:“Es la religión, estúpido, no la economía”, poniéndola a la cabeza de las motivaciones de los electores. No diría yo tanto, ya que los problemas económicos (paro y déficit público) están muy presentes en el actual contexto electoral. Sin embargo, la religión también cuenta, de acuerdo con la historia de Estados Unidos.
Incluso un presidente no especialmente fervoroso como Obama, tomó posesión en una ceremonia en la que dos pastores protestantes hicieron consideraciones religiosas (uno haciendo la invocación a Dios y otro impartiendo la bendición final), parte de la multitud asistente rezó el Padre Nuestro, el nuevo presidente juró sobre una Biblia (concretamente la usada por Lincoln en idéntica ceremonia) y aludió en el texto de su discurso hasta cuatro veces a Dios, incluidas dos invocaciones a la ayuda divina al terminar.
El sentido de la separación Iglesia/Estado
Lo cual no es excepcional ya que obedece a una vieja tradición estadounidense que, con uno u otro matiz, viene repitiéndose desde que George Washington lo hiciera en 1789. El hecho objetivo que manifiesta esa simbología es el significado de la religión en la vida pública americana. Téngase en cuenta que el propósito de la separación entre las Iglesias y el Estado en Estados Unidos no fue –por decirlo en palabras de William McLoughlin– “el de hacernos a los americanos libres de la religión, sino más bien el de hacernos oficialmente libres para la práctica de la misma”.
Quiere decirse con esto que el trasfondo histórico que enmarcó el tratamiento jurídico del factor religioso en Estados Unidos fue distinto del europeo. En Estados Unidos, el poder político se limitó a abolir la religión de Estado, poniendo a todas las Iglesias en pie de igualdad, en absoluta posesión de sus bienes y libres para organizar su vida interior. Era una separación amistosa con benévola neutralidad hacia todas las Iglesias. Algo bastante distinto de la intencionalidad de la Revolución Francesa, que marca el principio del separatismo continental. Aquí el poder no perseguía una separación benévola, sino una subordinación de la Iglesia al Estado.
Se entiende así que, según estadísticas recientes, más del 90% de los encuestados norteamericanos afirma que votarían a un afroamericano, a un judío o a una mujer, y un 59% se muestran dispuestos a votar a un homosexual. Sólo un 49%, sin embargo, están dispuestos a votar a un candidato presidencial ateo.
La libertad religiosa
Sin embargo, este planteamiento, que permite hoy a un católico como Santorum o a un mormón como Romney encabezar la candidatura republicana ha necesitado un largo camino hasta el triunfo definitivo de la libertad religiosa. Un ejemplo: cuando J. F. Kennedy empezó el 2 de enero de 1960 su carrera hacia la Casa Blanca, el hecho de que un católico se presentara a la presidencia produjo resistencias. Tan es así que las referencias a su condición de católico fueron tan constantes –sobre todo en las primarias- que hubo de salir al paso con cierta reiteración. Hasta que un día estalló: “Nadie me preguntó si era católico cuando me enrolé en la Marina de Estados Unidos. Nadie preguntó si mi hermano era católico o protestante antes de que subiera al bombardero norteamericano en que voló su última misión”. El 20 de enero de 1961, como primer presidente católico de la histo ria, se sentaba en el Despacho Oval.
Hoy es absolutamente normal que los católicos accedan a cargos públicos sin especiales problemas. Por ejemplo, de un total de 435 congresistas estadounidenses hay actualmente 135 católicos (31,03%). Y el esfuerzo de las organizaciones católicas en temas sociales es especialmente valorado. No se olvide que, cada año, las organizaciones católicas invierten cerca de 30.000 millones de dólares en servicios sociales y educativos.
De las elecciones de 2004 a las de 2012
Se entiende así, que las elecciones de 2004 enfrentaran a un católico (Kerry) contra un protestante (Bush), pero sin reproducir las tensiones entre protestantes y católicos que existieron en la contienda Nixon/Kennedy. Se habló de aborto, pena de muerte, células madre, matrimonio entre homosexuales, pedofilia entre el clero etc, pero no de “relaciones de obediencia de los católicos romanos con su Iglesia”. La división se produjo esta vez entre votantes “devotos” (protestantes o católicos) y los llamados cristianos “self service” (católicos o protestantes), que practican más o menos, pero no suelen seguir las indicaciones de sus Iglesias sobre temas controvertidos. Algo parecido pasó en las elecciones de 2008: seis precandidatos católicos iniciaron la carrera electoral y fue nombrado vicepresidente otro católico: J. Biden, aunque no del todo ortodoxo en sus opiniones sobre temas morales.
Los católicos históricamente han tendido tradicionalmente al voto demócrata. Los republicanos representaban al votante blanco y protestante. La tendencia cambió con Reagan. Como ha explicado Michael Novak, Reagan comprendió que una de las claves del voto de los católicos era y es la familia. La insistencia en la familia le ganó un apoyo importante del voto de los católicos, que luego volvió a los demócratas, con Clinton, y ahora está –me refiero a los católicos activos- con aquellos candidatos que apoyan los valores cristianos. El Religion News Service subraya que, durante el último cuarto de siglo, los católicos activos y los evangélicos blancos cada vez votaron más a los republicanos, convirtiendo la oposición al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo en temas políticos importantes .
Tal vez por eso, uno de los factores que está jugando un papel importante en las actuales elecciones son las últimas políticas sociales de Obama en relación con el aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y la política exterior de apoyo al control de población a través de esterilizaciones y anticonceptivos. Por ejemplo, la administración de Obama acaba de retirar las subvenciones públicasal Office of Migrations and Refugee Services, el organismo no gubernamental de atención a emigrantes y refugiados más importante de los Estados Unidos. Impulsado por los obispos estadounidenses desde 2006, atiende al 26% del total de inmigrantes llegados a la Unión Americana, cubriendo un campo al que el Estado no llega, en aspectos como el combate de la prostitución de mujeres inmigrantes y el comercio de órganos. La verdadera razón era que este organismo se negaba a financiar abortos. Los obi spos han protestado enérgicamente declarando que “parece que existe una nueva regla no escrita del Departamento de Salud. Es la regla del ‘abc’: Anybody But Catholics (Todos, excepto los católicos)”. Esto también tendrá consecuencias electorales.
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