Nielson Barnes: el niño que no pudo nacer, pero cuya imagen de 11 semanas está cambiando vidas

Nielson Barnes no figurará en un registro administrativo con fecha de nacimiento. Pero sus 11 semanas de vida prenatal marcan la diferencia. El testimonio de su madre a través de las redes sociales sobre la vida intrauterina de su hijo ha dado la vuelta al mundo frente al aborto.

Nielson Barnes, a las 11 semanas de vida intrauterina, cuando su madre, Jaelyn, sufrió un aborto espontáneo.
Nielson Barnes, a las 11 semanas de vida intrauterina, cuando su madre, Jaelyn, sufrió un aborto espontáneo.

El pasado 14 de octubre, Jaelyn Barnes vivió uno de los peores momentos de su vida. Desde luego, uno de los más desagradables. Embarazada de su quinto hijo, y llegado el tercer mes encinta, comenzó a perder sangre en casa.

Dos días después, coincidiendo con el día del embarazo y la concienciación sobre la pérdida de bebés, publicó a través de su perfil en Facebook una detallada descripción del proceso en el que perdió a su hijo y cómo la providencia hizo que, a pesar de todo, pudiera verlo.

En su relato, en el que no escatima detalles, explica cómo en mitad de la madrugada sufrió un aborto espontáneo y cómo tuvo que recurrir primero a su matrona, por teléfono, y luego a los servicios de emergencia, que la tuvieron que llevar al hospital en una ambulancia. “El caos estaba en todas partes. Parecía un baño de sangre”, recuerda.

Ya en el hospital Jaelyn seguía con una hemorragia importante y, en un momento, antes de que la intervinieran para salvarle la vida, llegó al mundo su hijo Nielson.

“¿Puedes imaginar que salvamos algunos niños? ¿Y si cambiamos la opinión de alguien que está pensando en abortar a su hijo porque piensa que es un montón de células?”

“Justo cuando el médico me hizo un examen pélvico, otro coágulo. Miré abajo y pude decir que eso no era un coágulo normal. Pregunté si era el niño. El doctor lo cogió y dijo que eso era. Le pregunté si podía verlo. Él abrió la bolsa y puso al bebé en un recipiente. […] ¡Era perfecto! Tenía todos los detalles de un bebé. Sólo con 11 semanas”, explica Jaelyn.

Pocos minutos después, Jaelyn estaba anestesiada en un quirófano donde tuvieron que intervenirle de urgencia para liberar la placenta de su cérvix, motivo por el que la hemorragia había sido especialmente abundante.

Pese a todo, salió bien y compartió su alegría porque todo hubiera sucedido precisamente en ese orden. Primero vino Nielson, luego la operación.

“Porque permitimos que mi cuerpo lo descubriera, tuve tiempo de procesar lo que había sucedido. También tengo a mi hijo porque el salió antes de que vinieran para el legrado. Pudimos ver su cuerpo perfecto. Pudimos darle sepultura”.

“¿Qué sucederá si compartimos aún más esta imagen? ¡Alcanzará a más gente! […] ¿Puedes imaginar que salvamos algunos niños?”, se planteó Jaelyn

La arboleda de Nielson

El 15 de octubre, un día después, Jaelyn compartió cómo enterraron a su hijo Nielson, al que familiarmente le llamarían Neil. “Imaginé llamarlo Neil. Le vi jugando con Luke haciendo cosas de chicos. Luke y Neil. Simplemente, funcionaba”, escribe Jaelyn antes de describir cómo lo enterraron.

Sus tres hijas escribireron cartas a su hermano, diciéndole lo mucho que le querían. “Lo colocamos en un tarro con las cartas y algunas flores. Condujimos sin rumbo hasta que sentí que había encontrado un lugar lleno de paz“.

El cuerpo de 11 semanas de gestación de Nielson fue enterrado con cartas de sus hermanas y flores.
El cuerpo de 11 semanas de gestación de Nielson fue enterrado con cartas de sus hermanas y flores.

Después de cavar el hoyo, “las niñas abrazaron y besaron el tarro. Después, nos ayudaron a enterrarlo. Mi marido esculpió las iniciales de Nielson en el pequeño álamo. Es un árbol joven y continuará creciendo. Sentí que encajaba con nuestro bebé”, describe.

El padre de Nielson marca las iniciales de su hijo en el tronco del álamo bajo el que ha sido enterrado.
El padre de Nielson marca las iniciales de su hijo en el tronco del álamo bajo el que ha sido enterrado.

Su marido pronunció una oración mientras Jaelyn sufría en su interior: “Mientras sentía mucha paz, mi corazón me dolía por tenerlo físicamente lejos de mí. Es muy real. Mi vientre está vacío. Y él no está cerca de mí”.

Sin embargo, ese dolor no nublaba del todo su agradecimiento  por tener la fortuna de haber visto a su hijo y poder enterrarlo: “Estoy muy agradecida de que hayamos tenido esta oportunidad de enterrarle. No muchos tienen este regalo. Así que estoy agradecida a mi atento Padre Celestial que nos bendijo con su tierno abrazo de misericordia en un momento tan difícil para nuestra familia”, asegura.

“Este será un lugar que visitaremos con frecuencia. Desde ahora llamaré a este lugar ‘La arboleda de Nielson’”, concluye, antes de compartir algunas fotos del momento.

La familia Barnes, tras enterrar a Nielson, fallecido a las 11 semanas de gestación.
La familia Barnes, tras enterrar a Nielson, fallecido a las 11 semanas de gestación.

Un mes después, la foto

Un mes después de haber sufrido el aborto, Jaelyn explica que “después de tenerle, he sentido con mucha fuerza la necesidad de compartirle a él. Una imagen de él. De su perfecto cuerpecito de 11 semanas”.

Si se decidió a compartir la imagen, fue porque de su testimonio anterior había recibido respuestas que le resultaron estimulantes. Algunos de personas que, siendo defensoras de la vida, no conocían el desarrollo embrionario tan impresionante en sólo 11 semanas.

Pero también de personas que, tras conocer el caso y ver la foto en privado, han cambiado de ser partidarias del aborto a abrazar la causa provida. “Mi bebé, que ni siquiera ha vivido aquí ¡estaba impactando vidas!”, explica.

Así que, pensó: “¿Qué sucederá si compartimos aún más esta imagen? ¡Alcanzará a más gente! […] ¿Puedes imaginar que salvamos algunos niños? ¿Y si cambiamos la opinión de alguien que está pensando en abortar a su hijo porque piensa que es un montón de células?”.

Y lo está consiguiendo.

Fuente: https://www.actuall.com/vida/nielson-barnes-el-nino-que-no-pudo-nacer-pero-cuya-imagen-de-11-semanas-esta-cambiando-vidas/?fbclid=IwAR3C0pOeXFwY18CY68koJ4Bss-VKDvy_R_c1ul-O5D7UwFLI6aG0vFK49XU

Viral: Un embrión de 7 semanas es un ser humano, no un cúmulo de células.

https://drive.google.com/open?id=1GZ2uoJ1sse4UW-v99GzYrslWHNiemyIO

https://web.facebook.com/fatherfrankpavone/videos/10153442293855670/

Genes y vida humana. Dr. Jerome LeJeune

Exactamente de la misma manera se ejecuta la sinfonía de la vida

Dr. Jérome LeJeuneEl Dr. Jérome LeJeune falleció el 3 de abril de 1994. El Dr. LeJeune, de París, Francia, era doctor en medicina, doctor en ciencias, y fue profesor de Genética Fundamental durante 20 años. Descubrió la causa genética del Síndrome de Down y por ello recibió los premios Kennedy Prize y Memorial Allen Award Medal, que son las más altas distinciones mundiales que se otorgan en el campo de la genética. Él practico su profesión en el Hospital de Niños Enfermos de París (Hospital des Enfants Malades).

El Dr. LeJeune era miembro de las siguientes instituciones: American Academy of Arts and Science; The Royal Society of Medicine (en Londres); la Real Sociedad de Ciencias (en Estocolmo); las Academias de Ciencias de Italia y de Argentina; la Pontificia Academia de Ciencias (El Vaticano); y la Academia de Medicina de Francia.

Este artículo es el testimonio que dio el Profesor Jerome Lejeune ante la Asamblea Legislativa del Estado de Louisiana (USA) el 7 de junio de 1990. El testimonio fue publicado en la revista All About Issues, Vol. No. 5, otoño de 1991, pp. 17-20. Traducido por el Dr. Armando Cifuentes Ramírez, Cali, Colombia.

Señor Presidente:

Es interesante constatar que las ciencias naturales y las ciencias jurídicas hablan, básicamente, el mismo lenguaje. Antes de que se pueda proclamar una Constitución se tiene que definir cuidadosamente cada una de sus condiciones. Y luego se tiene que votar para promulgarla. La Constitución natural del ser humano también tiene que ser definida cuidadosamente en todas sus características. A estas características las llamamos GENES que son transportados por los cromosomas. También hay un proceso de votación que es la fecundación. Solamente uno entre aproximadamente mil millones de espermatozoides será el escogido para producir el nuevo conjunto de información. Una vez que la cabeza del espermatozoide ha traspasado la zona pelúcida, (una especie de bolsa plástica que protege la vida del nuevo ser), llega el momento en que su Constitución humana es puesta a votación y promulgada.

El fallo del Tribunal Supremo «Roe V. Wade»* afirmó que, puesto que desconocíamos el momento en que empieza la vida humana, somos libres para decidir tal o cual cosa. Desde entonces han transcurrido diez y siete años y la ciencia ha hecho un progreso vertiginoso. Quiero decirle cuánto mucho más conocemos hoy sobre el comienzo de la persona humana, de lo que sabíamos hace 17 años.

La vida tiene una historia muy, muy larga. Ha sido transmitida desde hace milenios en el género humano. Pero cada uno de nosotros tiene un momento de iniciación preciso, que es aquel en el cual toda la información genética, necesaria y suficiente, se reúne dentro de una célula, el óvulo fertilizado, y este momento es el momento de la fecundación. No existe la más mínima duda sobre esto.

Sabemos que esta información está escrita en una especie de cinta que llamamos DNA (acido desoxirribo nucleico). Es una molécula larga en la que, por medio de un código específico, están definidas todas las características de la futura persona. La cinta que está dentro del espermatozoide mide exactamente un metro de longitud, dividida en 23 pedacitos o cromosomas, y hay otra cinta de un metro dentro del óvulo; de manera que podemos decir que al principio de nuestra vida tenemos dos metros de cinta, en los cuales todo está codificado. Como una ayuda para entender cómo son de diminutas estas dos tablas de la ley de la vida, tengamos presente que la molécula de un metro de largo se enrosca tan apretadamente que cabe fácilmente en la punta de un alfiler. La vida está escrita en un lenguaje fantásticamente reducido. Cuando se emitió el fallo «Roe V. Wade» sabíamos que la información se hallaba dentro de la primera célula, pero nadie podía leerla, y nadie era capaz de anticipar su modo de manifestarse para que al final la información llegara a ser alguien vivo que nos dijera: «Soy un ser humano».

Hoy sabemos que la vida es muy parecida a lo que sucede con una cinta magnética en la que se ha grabado música. En la cinta misma no hay notas. En la grabadora no hay músicos ni instrumentos. No obstante, debido a que la información ha sido codificada en el momento en que era recibida por un micrófono y luego transmitida a la cinta, el tocacintas puede leer dicha información, dar impulso a los altoparlantes, y así, lo que se reproduce no son los músicos ni las notas de la partitura, lo que se transmite, si usted está escuchando «la pequeña serenata», es el genio de Mozart.

Exactamente de la misma manera se ejecuta la sinfonía de la vida. Está escrita mediante un código muy especial en la molécula de DNA, y la primera célula es la primera parte del tocacintas magnético, que descifra el código y toca vida humana. Si la información que está dentro de la grabadora-esa primera célula-es información humana, entonces este ser es un ser humano. Sabemos que inicialmente hay un mensaje, y si este mensaje se deletrea al estilo humano, forma lo que es un ser humano. Comprendemos que la materia es solo materia. Pero la materia puede estar animada por determinada información que le da forma y permite la construcción de un nuevo ser. Ahora, dependiendo de si uno es un melómano o un aficionado, reconocerá más pronto o más tarde, que en el tocacintas se ha puesto un cassette de «la pequeña serenata». Si usted es un melómano de verdad, al segundo compás reconocerá la música. Si es un aficionado necesitará escuchar toda la cinta antes de decir: «Ahora sé que se trata de la pequeña serenata». La ventaja de la genética es que la ciencia es devota de la vida: nos damos cuenta de que se trata de la vida tan pronto se ejecutan los primeros compases.

Este punto de vista acerca de los datos informativos no es una mera ilusión, ni es una hipótesis metafísica. Es pura ciencia. Quienes no quieren aceptar sus implicaciones dicen a menudo que la vida es simplemente un dinamismo, un movimiento continuo. Hoy en día, lamentablemente, se congelan embriones humanos. A medida que baja la temperatura, el tiempo se detiene; y cuando se alcanzan temperaturas muy bajas, el tiempo se suspende. Pero los seres humanos que han sido congelados no están muertos; recobrarán su propia autonomía y empezarán a ser ellos mismos otra vez. Así que sabemos que se ha interrumpido la dinámica, el movimiento; pero si no se ha destruido la información, la vida puede volver a comenzar. Hace 17 años no se podía decir nada acerca del contenido de la primera célula. Si se buscaba en su interior el mensaje genético que estaba codificado, se mataba a esa célula. Sucedía lo mismo con el embrión muy joven. Porque era imposible examinar el embrión de un día, de dos días o de una semana de edad y ver si tenía tal o cual característica, sin destruirlo, debido a la rudeza de la técnica.

Ahora tenemos un extraordinario descubrimiento, hecho hace cuatro años y que se utiliza en los laboratorios desde hace dos años. De un embrión de tres días que tiene de cuatro a ocho células, se extrae, en forma muy cuidadosa, una de esas células perforando la zona pelúcida, sacando la célula y volviendo a cerrar el diminuto orificio. Entonces, de la célula, con una nueva técnica llamada PCR o «polimerización en cadena» se reproduce el DNA de esa célula única y se llega a tener suficiente cantidad de tal DNA para analizarlo. Con la técnica en referencia se reproducen millones de copias de la molécula inicial del DNA en 24 horas. Es casi como un milagro porque funciona más rápido que la misma vida, pero utilizando los mismos procedimientos, esto es, una enzima especial en un ciclo especial tal como sucede en la naturaleza.

[Nota del editor: El Dr. Lejeune, cuya postura en defensa de la vida humana desde la concepción y la fertilización fue bien conocida, no se está refiriendo aquí a la técnica de clonación o a ninguna otra manipulación de embriones humanos que no respete su vida o dignidad, sino solamente al estudio, sin ningún daño para el embrión humano, del DNA.]

Hace menos de tres meses Monk y Holding publicaron en Inglaterra que, en su trabajo con embriones humanos producidos in vitro, habían podido extraer células de esos embriones, polimerizar el correspondiente DNA, examinarlo con determinado procedimiento y determinar si esos embriones incipientes eran masculinos o femeninos. [Nota del editor: De nuevo, el Dr. Lejeune de ningún modo está aprobando aquí la inmoral técnica de la fertilización in vitro que implica la destrucción de innumerables embriones humanos, sino sólo al hecho de que estos científicos pudieron constatar que efectivamente el sexo del ser humano se puede detectar desde los primeros momentos de su existencia.]

Así, aún en un embrión de una semana de edad, con éstas nuevas técnicas podemos decir: «es un hombre » o » es una mujer». Va más allá de lo imaginable que los abogados, al conocer de repente que este embrión de una semana es un muchacho o una chica, no quisieran reconocer al mismo tiempo que es una persona humana.

Un segundo descubrimiento que cambió nuestra manera de considerar la composición genética humana en los últimos dos años fue hecho por Jeffries, otro colega inglés. Jeffries es un prominente especialista en DNA quien súbitamente tuvo la ingeniosa idea de que existían largos trechos del mensaje genético destinados únicamente a dar regularidad a las células. Por tal función específica podían resistir muchos cambios pequeños sin peligro para lo individual. Así cada uno de nosotros tiene, en la porción reguladora de nuestro sistema genético, un orden muy específico de los genes, todos los cuales son normales. Al tomar una célula y utilizar la polimerización en cadena, Jeffries pudo hacer muchas copias de esta parte del mensaje y trazar la información de una manera nueva.

Es muy interesante como aparece el resultado. El DNA específico de cada persona, al terminar de usar todo el procedimiento técnico, parece un conjunto de rayas de distinto ancho y colocadas a diferentes distancias, que conforman un patrón propio para cada ser humano. Se parece mucho al código de barras que nos encontramos en los productos del supermercado. En vez de la etiqueta con el nombre y el precio del producto escritos en letras y números, se usan barras de diferente ancho y colocadas a diferentes distancias una de la otra; si ésto se lee con el sistema analizador, el computador del supermercado sabe exactamente qué producto usted está comprando y a qué precio. Es lo mismo que ahora podemos hacer con cada ser humano examinando su DNA. Podemos trazar un código de barras que es absolutamente específico para cada uno de nosotros.

De hecho, si comparamos el código de rayas de una persona con los de su padre y su madre, podemos reconocer que la mitad de las líneas específicas de la persona también se encuentra en las del padre y la otra mitad en las de la madre; así se obtiene la absoluta definición de la herencia y podemos determinar con un error menor a una vez en diez mil millones, que esa persona es la descendiente biológica de este padre y esta madre.

Tal determinación es muy importante en el caso en que la paternidad deba confirmarse. Estamos en capacidad de detectar, más allá de cualquier duda, quién es el padre biológico y en vez de considerar al bebé como un criminal que debe eliminarse por el aborto, la sociedad debe reconocerlo como un ser humano. Si se conocen la madre y el padre, el ser humano con un padre indigno debe ser la preocupación y no la víctima de la nación. Jeffries encontró que el mensaje genético del espermatozoide estaba acentuado en forma diferente al mensaje genético transportado por el óvulo. Cuando uno está estudiando algo y leyendo un libro, muy a menudo toma un lápiz y subraya una frase que le parece debe recordar; ya que es muy importante. Y a veces , pone una X sobre otro pasaje porque no lo necesita inmediatamente. Es exactamente lo que la naturaleza hace con la totalidad del mensaje genético.

Expliqué que al principio de nuestra vida tenemos dos metros «de cinta», pero he olvidado decirle que la cantidad de letras escritas en esos dos metros es cinco veces mayor que las de la Enciclopedia Británica. O sea que para imprimir el nombre de todas las bases que existen dentro de nuestro código genético, necesitaríamos cinco juegos de volúmenes del tamaño de la Enciclopedia Británica. Entendemos así por qué es muy prudente que la naturaleza subraye algunas frases, porque deben ser descifradas inmediatamente por la primera célula, y coloque una X en otras que van a ser usadas mucho más tarde en la vida. La célula no puede hacerlo todo al mismo tiempo, debe empezar por alguna parte.

Y otro descubrimiento es que en los varones está subrayada una parte del mensaje y en las mujeres otra parte distinta, y el resultado explica dos misterios de la genética. Sabemos ya que a veces después de un coito normal resulta un embarazo sin que exista dentro un bebé; un embarazo falso. A veces da origen a la «degeneración molar», situación muy peligrosa porque se puede convertir en cáncer. Hace unos diez años se descubrió que cuando ocurría la degeneración molar únicamente se formaban membranas cuya composición genética era de origen paterno. También se conoce una situación opuesta. A veces en uno de los ovarios de una muchacha joven y virgen un óvulo se multiplica y forma una teratoma. En este teratoma se encuentran elementos semejantes a la piel, las uñas, el cabello y los dientes. Se denomina «quiste dermoide» que en nada se parece a un bebé sino a algunas partes sueltas.

El descubrimiento consiste en que el subrayado del mensaje masculino le dice a la primera célula cómo construir la membrana que va a proteger al bebé y cómo construir la placenta que tomará las provisiones de la sangre de la mamá; así, de hecho, el hombre tiene en la primera célula el deber de conseguir el alimento y construir el albergue, de construir la choza y salir a cazar. Por el contrario, el mensaje femenino es el de cómo formar diferentes partes que al ser ensambladas formarán un bebé. Es verdaderamente extraordinario que la división de las tareas que encontramos en los mayores, ya está escrita en el diminuto lenguaje de la genética en la primera célula de un milímetro y medio de ancho que es el epítome, el resumen, la disminución a la mínima expresión de la persona humana.

Cuando se sigue observando el desarrollo, el estilo de subrayado va cambiando en cada división de la célula. La primera célula transmite el mensaje con algo de los subrayado borrado, así que las nuevas células empiezan a leer otras partes. Como resultado, la vida es muy parecida al desarrollo profesional de un médico. Tal vez usted haya caído en cuenta que en Medicina, al terminar su carrera, el nuevo profesional puede volverse un médico general o un especialista. Un médico general aprende acerca de muchas, muchas enfermedades y a medida que pasan los años sabe menos y menos sobre más y más; cuando es un muy buen médico general sabe un poco de todo. Los especialistas hacen lo contrario. Aprenden más y más sobre menos y menos y al final un buen especialista sabe casi todo sobre muy poco. Así es como la naturaleza conduce el mensaje humano.

La primera célula es generalista. No puede manifestar muchas cosas, pero sabe algo de todo. Dice cómo construir una máquina que a la postre construirá el cerebro. Pero el motivo por el que esta primera célula, que sabe de todo, deba tener especialistas, es porque para que la célula especialista pueda manifestar su propia personalidad tiene que especializarse para que una célula haga las uñas, otra el sistema nervioso, y para que finalmente la totalidad manifieste al ser humano que existe desde la concepción (=fertilización).

Para recapitular lo que la ciencia nos enseña, Señor Presidente, diría, fuera de cualquier duda, que sabemos que en el principio existe el mensaje. El mensaje genético es vital y su manifestación es vida. Aún más brevemente diría, fuera de toda discusión, que si el mensaje es un mensaje humano, el ser es un ser humano.

 

* El fallo «Roe v. Wade» legalizó el aborto a petición en EE.UU., enero 22 de 1973.  http://www.humanlife.org/publications/sacnacspanish4.pdf

FUENTE: Traducción al español de «Genes & Human Life», publicado en ALL About Issues, Fall 1991

Visto enhttp://encuentra.com/sin-categoria/genes_y_vida_humana_dr_jerome_lejeune12926/