Es capaz de generar espiritualidad, un concepto más amplio que el de religión
El cerebro no es sólo materia, ya que es capaz de generar espiritualidad, un concepto más amplio que el de religión. La espiritualidad es la conciencia de la segunda realidad o consciencia límbica, dominante en la humanidad primitiva y compartida con el reino animal. Es una facultad mental más, como la inteligencia o el lenguaje, una proyección de lo que genera el cerebro, que puede o no conducir a la religión. Por Francisco J. Rubia (*).
A la pregunta de si el cerebro es sólo materia, tengo que responder claramente que no. Experimentos realizados no hace mucho tiempo confirman que cuando se estimulan eléctrica o electromagnéticamente ciertas regiones cerebrales conocidas como el sistema límbico, o si quieren el cerebro emocional, se producen en el sujeto experimental experiencias espirituales e incluso experiencias místicas, que a mi entender son las experiencias espirituales más intensas.
A mi juicio, esto es de enorme importancia, porque significa que el cerebro, compuesto de materia consistente en células nerviosas, sus conexiones y las sustancias químicas que actúan como neurotransmisores, ese cerebro también es “espítiru” capaz de generar espiritualidad.
Cuando hablamos de espiritualidad la solemos asociar a la religión o a la religiosidad, pero esto es sólo en parte correcto, pues si es cierto que no se concibe la religión sin espiritualidad, sí se concibe, y de hecho existe, espiritualidad sin religión, como lo muestran lo que se han llamado “corrientes filosóficas”, como el budismo, el jainismo, el sintoísmo, el taoísmo, el confucianismo y algunos formas de hinduismo, que no tienen dioses y que, por tanto, no se consideran religiones.
Espiritualidad, felicidad y endorfinas
Si la religión es espiritualidad, pero la espiritualidad no tiene por qué ser religión, entonces la espiritualidad es un concepto más amplio. Y ¿qué se entiende por espiritualidad?
En las definiciones que se encuentran en los diccionarios encontramos un grupo que menciona el mismo término en la definición como “Espiritualidad es la cualidad de lo que es espiritual”. Y si buscamos la palabra espiritual encontramos: perteneciente o relativo al espíritu. Pero si vamos a la palabra espíritu, aún es peor, porque la definición de espíritu es: ser inmaterial y dotado de razón. Un ser inmaterial que, por definición, no tiene cerebro, ¿cómo puede tener razón? Estas definiciones no aclaran nada, aparte de ser incorrectas.
Un segundo grupo define la espiritualidad como un término antitético de la materialidad. Pero como estas definiciones están basadas en un dualismo materia-espíritu, entendiendo por espíritu algo inmaterial que controla el cuerpo físico, tampoco nos valen, por lo que decidí dar una definición más de acuerdo con mi propio pensamiento.
En mi libro El cerebro espiritual he definido la espiritualidad de la siguiente manera:“El sentimiento o impresión subjetiva de alegría extraordinaria, de atemporalidad y de acceso a una segunda realidad que es experimentada más vívida e intensamente que la realidad cotidiana y que está producida por la hiperactividad de estructuras del cerebro emocional”.
Esta definición, que como todas las definiciones no suelen abarcar todo el fenómeno, sin embargo alude a algunas características típicas de muchas experiencias espirituales, desde las más simples, como puede ser la observación de la belleza, tanto en la Naturaleza como en las artes plásticas, la música que puede conmovernos profundamente, hasta las más intensas como son las experiencias místicas que han experimentado los místicos y los fundadores de todas las religiones.
La alegría y felicidad que se experimentan en estas experiencias sabemos que se deben a la producción de endorfinas, sustancias parecidas a la morfina que el cerebro produce como analgésicos y sin las cuales los que realizan esfuerzos físicos extenuantes serían incapaces de realizar por el dolor que produce el ácido láctico en la musculatura.
Sabemos que cualquier situación de estrés es capaz de multiplicar por equis la cantidad de endorfinas que se producen. Por eso muchos atletas de alto rendimiento, como los corredores de maratón, alpinistas, etc., son adictos a esos ejercicios extenuantes.
Una característica de las experiencias espirituales profundas es la pérdida del sentido del tiempo y del espacio que dependen de la actividad normal de ciertas regiones de nuestro cerebro.
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