En 2013, podrían incrementarse las tormentas geomagnéticas por el ciclo de actividad solar

• Pueden afectar los componentes electrónicos de los satélites de telecomunicaciones que orbitan la Tierra, así como interrumpir la transmisión de sus señales, alertó Américo González Esparza, de la Unidad Morelia del IGf de la UNAM
• El investigador, que estudia el clima espacial con el Radiotelescopio de Centelleo Interplanetario, ubicado en Coeneo, Michoacán, estimó que actualmente el ciclo de 11 años del astro avanza hacia su máximo, que ocurrirá en los próximos meses

772(2)

En 2013, esperamos que se incremente el número y la intensidad de las tormentas geomagnéticas por el aumento de actividad del Sol, pues el ciclo de 11 años del astro avanza hacia su auge, que ocurrirá en los próximos meses, estimó Américo González Esparza, investigador de la Unidad Morelia del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

Una tormenta solar genera partículas muy energéticas que penetran el campo magnético de la Tierra y afectan los componentes electrónicos de los satélites que orbitan el planeta, indicó el doctor en física espacial.

Las partículas solares ocasionan las auroras boreales y calentamientos en las capas altas de la atmósfera, lo que ocasiona que los satélites de órbitas bajas comiencen a frenarse. “Eso eventualmente puede llegar a tirarlos”, destacó.

Actualmente, muchos de los satélites son indispensables para dotar a la población de telefonía, Internet, sistemas de posicionamiento global (GPS) y rutas aéreas o marítimas, así que las afectaciones a sus transmisiones pueden ocasionar peligros a la población y daños económicos considerables.

Aunque el fenómeno no se puede evitar, es posible predecir su llegada a la Tierra y atenuar sus posibles daños, explicó González Esparza, quien estudia el clima espacial con el Radiotelescopio de Centelleo Interplanetario, también conocido como MEXART, por las siglas en inglés de Mexican Array Radio Telescope.

El equipo, en funcionamiento desde 2005 en Coeneo, Michoacán, es el primer arreglo de gran área construido en América Latina para estudiar tormentas solares, y el tercero en su tipo en operación, después de los radiotelescopios de la India y Japón.

Consta de cuatro mil 96 dipolos, distribuidos en una zona de 140 metros en la dirección este-oeste, y 80 metros en la norte-sur, lo que suma casi 10 mil metros cuadrados de área.

Tormentas solares y geomagnéticas

El Sol, como todas las estrellas, tiene ciclos de actividad. El de nuestro astro dura aproximadamente 11 años, llega un momento en que sus tormentas se hacen muy frecuentes e intensas y, de un momento a otro, su actividad se reduce hasta casi desaparecer, para luego reiniciar de forma paulatina.

“Las tormentas solares se manifiestan en enormes explosiones. De repente salen burbujas del Sol, nubes de gas que se empiezan a propagar y algunas pasan cerca de la órbita de la Tierra. Nuestro planeta tiene un campo magnético que funciona como coraza; es un escudo que, en general, evita que el viento solar llegue a la atmósfera.

“Pero estas enormes nubes a veces son capaces de romper esa coraza por unas horas. Entonces las partículas se meten y producen auroras boreales, pero también interrupciones en telecomunicaciones, en lo que se llama tormenta geomagnética”, expuso el físico espacial.

Una tormenta solar ocurre si hay una explosión en la atmósfera de la estrella y salen las nubes de material hacia el espacio; mientras que una geomagnética se presenta en el momento que esas nubes chocan con el campo magnético terrestre y rompen la coraza por algunas horas. Si ocurre una de estas últimas, el campo magnético de nuestro mundo tiene variaciones que, por varios procesos físicos, causan interrupciones en las telecomunicaciones, abundó.

Detección en Coeneo

En Coeneo, González Esparza y sus colaboradores monitorean estas nubes en su camino entre el Sol y la Tierra. El telescopio está dirigido al cielo, y capta diferentes fuentes de estrellas y galaxias, que son registradas por el radiotelescopio, y si hay una nube de material solar en su camino, la señal llega con ruido.

“A este último se le llama centelleo, y nos indica que hay una nube de material solar en camino a la Tierra que puede producir una tormenta geomagnética”, precisó.

Los especialistas del IGf combinan sus datos con observaciones de otros instrumentos que ven al Sol, así como con información de naves espaciales que monitorean alrededor del planeta y captan las partículas.

“Nuestro instrumento nos permite detectar las tormentas solares entre el Sol y la Tierra. Si combinamos la información con otros instrumentos de observación al astro, con detección de las partículas que se aproximan a la Tierra, podemos darnos una idea del tamaño, velocidad y forma del fenómeno. Así se establece una red de instrumentos para monitorear el clima espacial”, refirió.

Actualmente, el físico espacial y su grupo están en una de las mejores fases de observación, pues el ciclo intensifica su actividad. “Viene una buena época, pero el Sol siempre tiene explosiones. Si estamos cerca del máximo pueden llegar a ocurrir cuatro o seis por día, y si está en su mínimo, hay una por semana”.

Fuente: http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2012_772.html

Experto avisa que nuestro planeta enfrentaría un tsunami solar en 2013

«Deberíamos prepararnos para una tormenta espacial como no se ve desde hace mil años», avisa un experto. El planeta es cada vez más dependiente de la electricidad, por lo tanto, más vulnerable.

El actual ciclo de tormentas del astro alcanzaría su máximo el año próximo. El 16 de abril, el sol emitió una «burbuja» del tamaño de Júpiter, otro signo violento del incremento de su actividad, cuyo pico está previsto para 2013; de ahí los pronósticos de tsunami solar. Los expertos aseguran que no estamos preparados para los daños que causaría.

Este fenómeno, llamado eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), característico de los momentos de máxima actividad solar, puede ser inofensivo y hasta pasar inadvertido -salvo que lo registre un satélite como ocurrió este año- pero muy peligroso si la onda emitida logra penetrar el campo magnético de la Tierra. En ese caso, se dañan los circuitos eléctricos y la comunicación.

El acontecimiento del 16 de abril fue una erupción mediana con forma de gruesa protuberancia que luego estalló como una pompa de jabón y arrojó parte de su contenido a la atmósfera. Esta vez, salvo la espectacularidad del evento, no hubo consecuencias.

En una CME, el sol arroja más de mil millones de toneladas de partículas a una velocidad de varios miles de kilómetros por segundo. Y si bien el campo magnético del planeta lo protege desviando estas partículas, «la magnetósfera no es estanca», advierte Pierre Barthélémy, en un blog especializado del diario Le Monde. Cuando esas partículas logran atravesar ese escudo y llegar a la Tierra, provocan auroras boreales y australes. Por lo general, la energía que recibe la atmósfera -en una CME de marzo pasado fue el equivalente al 5% de toda la electricidad consumida por Francia en un año- es rechazada y reenviada hacia el espacio.

Pero no siempre es así. En marzo de 1989 una de estas nubes de partículas hizo saltar todos los sistemas de seguridad de la red eléctrica del Quebec (Canadá), dejando a 6 millones de personas sin electricidad durante 9 horas y las agencias espaciales perdieron contacto con cientos de satélites.

El blog recuerda una fuerte tormenta solar del año 1859 que causó auroras boreales en Antillas y Venezuela. Eran tiempos en los que no existía tendido eléctrico y por lo tanto no hubo mayor daño. En cambio, saltaron chispas en las líneas de telégrafos y algunos empleados recibieron descargas.

De ocurrir en la actualidad, el desastre sería potenciado por la extensión del uso de la electricidad. «No sólo (…) haría caer las redes eléctricas durante varias semanas, incluso varios meses, sino que atacaría también oleoductos y gasoductos acelerando su oxidación, destruiría probablemente satélites así como numerosos componentes electrónicos de varios aparatos y cortaría temporariamente las comunicaciones de radios y la geolocalización», dice Barthélémy.

Cabe señalar que los sistemas GPS intervienen hoy en un enorme rango de actividades que va del transporte terrestre, aéreo y marítimo, las comunicaciones, hasta las transacciones financieras, ya que los bancos utilizan señales satelitales a modo de reloj universal que datan estas operaciones con precisión de fracciones de segundo.

Le Monde cita un informe según el cual, sólo para los Estados Unidos, un tsunami solar podría tener un costo de 1 billón de dólares, es decir, el equivalente a 20 huracanes Katrina. Y que se necesitarían entre 4 a 10 años para reparar los daños.

Mike Hapgood, director de la unidad de investigación sobre ambiente espacial en el laboratorio británico Rutherford Appleton afirma que nuestra dependencia de las redes eléctricas nos hace más vulnerables que nunca. «El terremoto y el tsunami japonés del año pasado muestran los daños para los que debemos prepararnos sólo para enfrentar acontecimientos similares a los de los últimos años. En vez de eso, deberíamos prepararnos para una tormenta espacial de una dimensión que sólo se produce una vez cada mil años», advierte.

Así como el desarrollo de la meteorología permite lanzar alertas de tormentas, huracanes, inundaciones y avalanchas, Hapgood sugiere invertir en meteorología espacial para prevenir este tipo de fenómenos. Así como hay temporadas de huracanes, también las hay de tormentas solares, asociadas a ciclos de 11 años.

Pero esta disciplina es incipiente: los datos relevados sólo tienen un máximo de 170 años y ni siquiera están digitalizados en su totalidad.

Otra prevención posible es el refuerzo de la protección de las redes eléctricas y de comunicación y sus materiales.

Fuentes y referencias:

http://www.publimetro.cl/nota/vida/experto-avisa-que-nuestro-planeta-enfrentaria-un-tsunami-solar-en-2013/xIQldt!8Rw6sSSWNzzs2/

http://passeurdesciences.blog.lemonde.fr/2012/04/18/sommes-nous-prets-a-affronter-un-tsunami-solaire/

http://www.nature.com/nature/journal/v484/n7394/full/484311a.html

Mat 24:8  Y todas estas cosas serán el principio de los dolores de parto.