La era de los «derechos»

El discurso más recurrente en la sociedad actual es el de la conquista de derechos en todos los campos. Lo anterior parecería a simple vista algo deseable y connatural a la democracia y al marco de libertades que vivimos, pero paradójicamente, la demanda de muchos supuestos derechos ha convertido a nuestra sociedad en una jungla, en la que prevalece el egoísmo y la irresponsabilidad.

Se exigen derechos de toda índole. Algunos exigen su derecho a fumar mariguana con el solo propósito de entretenerse, con el argumento de que nadie puede decidir sobre lo que cada quien quiera hacer con su cuerpo, y además exigen que este derecho sea para todos, que se modifiquen las leyes para terminar con el Estado paternalista que nos indica cómo debemos comportarnos. Jamás hablan de responsabilidad en toda esta perorata: el impacto en la salud pública, el incremento en la inseguridad, y la deserción estudiantil y laboral que acompañan al consumo de la cannabis.

Derechos humanos para todos. Foto: http://www.encuentos.com/

Derechos humanos para todos. Foto: http://www.encuentos.com/

Otros exigen el derecho al «matrimonio igualitario«, como parte una mera batalla ideológica que pretende estar por encima de la biología. Otros más proclaman el derecho de las parejas homosexuales a adoptar niños, siendo que no existe el derecho a la adopción, ni siquiera para las parejas heterosexuales, sino el derecho del niño a vivir en una familia.

Otros más exigen su derecho a cambiar de sexo, porque asumen que el ser hombre o mujer es una opción cultural y desafían a la propia naturaleza. Pero además, exigen que sea la Seguridad Social la que pague sus operaciones para cambio de sexo, es decir, que su «derecho» lo paguemos todos los contribuyentes.

En las posturas feministas a ultranza el discurso de los derechos se ha convertido en la columna vertebral. Muchas mujeres exigen su derecho a abortar, aunque suavizan el término llamándole interrupción voluntaria del embarazo. Con esa bandera vulneran el primero de todos los derechos: el derecho a la vida.

Otras personas hablan del derecho a una muerte digna y cabildean en diversos congresos a favor de la eutanasia, con el argumento de que todo ser humano tiene el derecho a decidir en que momento debe morir. Lo anterior es del todo cuestionable, pero lo cierto es que casi siempre este supuesto derecho lo ejercen terceros para marcar el momento en que un anciano enfermo debe expirar, pues en realidad se ha convertido en una carga para sus familiares, y aunque a algunos les cueste admitirlo, en esta sociedad nadie sobra.

Pero el tema de la exigencia de los derechos se ve en todos los planos. Los jóvenes exigen su derecho a divertirse, y desde luego que lo tienen, pero muchas veces renuncian a sus responsabilidades, al estudio, al trabajo y exigen a toda costa el ocio y el confort sin ningún tipo de límite.

La batalla de los derechos ha llegado incluso al ámbito animal. Algunas agrupaciones y no pocos políticos han desarrollado diversas iniciativas a favor de los «derechos» de los animales, lo que significa el paroxismo de lo absurdo. Ningún animal tiene derechos, pues tampoco tiene responsabilidades. Al menos no he sabido aún de ningún caso de una persona que haya llevado a un perro a los tribunales por haberlo mordido, pero en fin, el discurso a favor de los derechos parece aguantarlo todo, y hoy existen políticos que ponen como su prioridad en la agenda la defensa de los animales, cuando son vulnerados cotidianamente en nuestro país los derechos de miles de niños, mujeres, ancianos, obreros, indígenas, etcétera.

Nos hemos convertido en una sociedad que exige todo el tiempo, que clama por sus derechos, que pide incluso cosas irracionales, y que en ocasiones, con el discurso en pro de los derechos, va en contra de la misma naturaleza.

Se nos ha olvidado que si bien hay derechos existen también responsabilidades, y que además de nuestro bienestar individual existe un compromiso con el bien común, que debería condicionar en buena medida nuestro comportamiento y acciones cotidianas. La libertad presupone compromiso, aunque algunos entiendan lo anterior como ataduras. Creo que este menú de derechos a la carta, al margen de toda responsabilidad, explica en gran medida lo enferma que está nuestra sociedad.

@gvelascob

Fuente: http://www.mural.com/

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