El principio antrópico final y el Anticristo

En su libro de divulgación científica The Anthropic Cosmological Principle, publicado en 1986, los cosmólogos John Barrow y Frank Tipler plantean tres principios antrópicos diferentes:

  1. El principio antrópico
    Pierre Teilhard de Chardin

    Pierre Teilhard de Chardin

    débil o WAP (este es el que formuló Brandon Carter en 1973): la simple constatación de que el hecho de que estamos aquí impone ciertas restricciones al universo, como haber durado lo suficiente para que pueda aparecer en él la vida inteligente.

  2. El principio antrópico fuerte o SAP: la afirmación de que hacer posible la aparición de vida inteligente era un requisito necesario para el universo.
  3. El principio antrópico final o FAP: La afirmación de que la vida inteligente, una vez ha aparecido en el universo, ya no puede desaparecer.

Mientras el principio antrópico débil es aceptado por todo el mundo, muchos cosmólogos objetan al principio antrópico fuerte y lo sustituyen por la hipótesis del multiverso: hay muchísimos universos, la mayoría de los cuales son incompatibles con la vida, pero nosotros tenemos que estar en un universo que sea compatible con ella. En cuanto al principio antrópico final, muy pocos cosmólogos lo aceptan, aparte de Barrow y Tipler. ¿Cuáles serían sus consecuencias?

  1. a) El universo debería ser cerrado (o sea, que después de alcanzar cierto grado de expansión, volverá a contraerse y acabará en un Big Crunch), aunque por muy poco (|W0-1|<10-3).
  2. b) La constante cosmológica debería ser cero o ligeramente negativa, para evitar que el universo entre en expansión acelerada.
  3. c) A partir de cierto punto la expansión/contracción del universo debería desequilibrarse (o sea, que el universo seguiría expandiéndose en una dirección pero se contraería en otras). La vida inteligente podría aprovechar ese desequilibrio para obtener energía.
  4. d) El Big Crunch final del universo coincidirá con el momento en que la vida inteligente alcance una capacidad de proceso de información infinita. Barrow y Tipler lo llaman Punto Omega.
El fin del universo según Barrow y Tipler

El fin del universo según Barrow y Tipler

La figura adjunta muestra la evolución de la vida inteligente en el universo según las predicciones del libro.

¿Cómo ha evolucionado nuestro conocimiento del cosmos en los 30 años transcurridos desde la publicación del libro de Barrow y Tipler?

  • Hoy se piensa que el universo es plano (W0=1). De todos modos, la incertidumbre al respecto es mayor que el límite sugerido por el libro (10-3).
  • Hoy se piensa que la constante cosmológica es positiva, aunque muy pequeña, lo que explicaría que el universo parezca haber entrado en expansión acelerada. Esta última constatación va directamente en contra de las teorías del libro, aunque en ciencia nunca se puede dar nada por definitivo.

El nombre de Punto Omega es un claro homenaje a Pierre Teilhard de Chardin, quien llamó así al punto final de la evolución de la vida en el universo. Sin embargo, Barrow y Tipler no han entendido a Teilhard (del que, por otra parte, sólo han leído El fenómeno humano, al menos es la única obra de Teilhard que citan). De hecho, le han entendido al revés.

  1. El Punto Omega de Teilhard de Chardin es la segunda venida de Cristo, el momento en que Dios creador confluirá con el punto final de la evolución para sacarlo del universo y asegurar su salvación.
  2. El Punto Omega de Barrow y Tipler sería el momento en que la vida inteligente transcenderá el universo sin ayuda externa y dará origen a un ser omnisciente, omnipotente y omnipresente (o sea, a Dios), por lo que no parece absurdo identificarlo con el Anticristo.

El mismo artículo en inglés

Manuel Alfonseca

http://divulciencia.blogspot.com/2015/05/principio-antropico-final.html

El riesgo de las redes sociales «gays»

Estudios señalan que las apps móviles utilizadas por homosexuales aumentan la promiscuidad y por ello el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual.

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Establecer relaciones a través de redes sociales se ha convertido en la tendencia en los últimos años. Para muchos que se sienten atraídos por personas de su mismo sexo, las facilidades que ofrece la tecnología se ha convertido en un fuerte aliado. Desde 1990, sitios web como Gay.com y Craigslist tuvieron éxito, pues miles de personas ingresaban allí con el fin de conocer e interactuar por medio de internet. A principios de 2000 sitios web como Dudesnude y AdamforAdam fueron creados específicamente con el fin de buscar compañeros sexuales en la red.

Desde 2009 la tendencia se ha transformado. Aún continúa el interés de conocer personas anónimas con quienes tener un encuentro sexual, pero el medio ha cambiado: ya no son las páginas web, sino que hoy son las aplicaciones de los celulares las más comunes y utilizadas por la comunidad homosexual. Grindr, Scruff y Recon son las más populares; algunas de ellas para 2013 reportaban más de seis millones de usuarios.

Pero más allá de que estas aplicaciones tengan cada vez más acogida dentro de la comunidad gay, es llamativo el hecho de que su uso puede estar relacionado con el aumento de personas afectadas por enfermedades de transmisión sexual. Un reciente estudio de la Universidad de California, EE.UU., señala que quienes utilizan estas aplicaciones tienen mayor probabilidad de sufrir este tipo de enfermedades, que aquellos que conocen parejas sexuales de manera personal o por medio de páginas web.

Durante un año y medio los investigadores analizaron el comportamiento de 7.184 homosexuales, y el 36% del grupo señaló que sólo utiliza las aplicaciones del celular para conseguir su pareja sexual. El estudio revela que aquellos que utilizan este método son hombres menores de 40 años y que, en la mayoría, padece de enfermedades de transmisión sexual, específicamente gonorrea o clamidia.

“El uso de éstas hacen que el proceso de interacción entre las parejas sea rápido y más fácil, lo que lleva a un incremento en el sexo anónimo que tiene mayores incidencias en el desarrollo de enfermedades de transmisión sexual”, señalan los investigadores.

La investigación es clara en asegurar que los resultados obtenidos dan muestra de que esta nueva tendencia en las parejas homosexuales puede contribuir al aumento de contagio de enfermedades sexuales; pero ello no quiere decir que otros medios utilizados para conocer a una pareja, como las páginas de internet y los clubes gais, no constituyan un riesgo en la salud y bienestar de estas personas.

Artículo del 2013: http://newsroom.ucla.edu/releases/social-media-could-be-a-valuable-242815

http://www.huffingtonpost.com/2014/06/12/grindr-sti-risk-gay-men_n_5489230.html

http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0086603

Visto en: http://www.elespectador.com/tecnologia/aplicaciones/el-riesgo-de-aplicaciones-gais-articulo-499834

Los fantasmas de la ciencia

Imagen superior: Studio Roosegaarde, "Lotus 7.0-side-Daan Roosegaarde-WEB", CC

Imagen superior: Studio Roosegaarde, «Lotus 7.0-side-Daan Roosegaarde-WEB», CC

A comienzos de 2013, apareció el libro de Rupert Sheldrake El espejismo de la ciencia (The Science Delusion). La obra recibió un interesante impulso mediático en el mundo anglosajón cuando la plataforma TED retiró de su catálogo de conferencias en red una de Sheldrake en que hablaba de su obra.

Sheldrake dio su charla en enero, siendo parte del congreso organizado por TED en Londres bajo el título de «Panoramas para transiciones: desafiando los paradigmas existentes» (Visions for Transitions: Challenging Existing Paradigms).

El caso es que Sheldrake debió desafiar en exceso “los paradigmas existentes”, pues, tras 35.000 visitas a la web de TED, la mesa de sabios que supervisa todas las charlas decidió borrar el video en marzo.

No lo hizo por iniciativa propia. La plataforma había sido previamente acusada por ciertos periodistas con tirón mediático de servir de vehículo para la expresión de la pseudociencia.

En realidad, Sheldrake se limitó a criticar el actual paradigma con un discurso que podrían firmar muchos filósofos preocupados por la ciencia. Decir que se suprimió el vídeo por fomentar la pseudociencia es sencillamente absurdo, y parte de un infantil argumento ad hominem: Sheldrake está relacionado con la parapsicología y es muy querido en el mundillo New Age.}

Rupert Sheldrake, durante una conferencia en Tucson, Arizona (Zereshk, CC)

Rupert Sheldrake, durante una conferencia en Tucson, Arizona (Zereshk, CC)

Pero tales asuntos nada tienen que ver con en el video en cuestión. Y esto no deja de ser, por otra parte, un síntoma de la pobreza intelectual de quienes deberían ser ejemplo de honestidad y rigor en la adquisición y difusión del conocimiento. Y así nos va.

En El espejismo de la cienciaSheldrake cuestiona la objetividad científica porque el postulado fundamental del que nadie puede salirse es que la realidad es material, o física. A partir de ahí, critica otros dogmas que nada tienen que ver con el conocimiento científico pero que se tienden a confundir y asociar, como que la conciencia es un producto derivado de la materia, que lo espiritual es un sueño de la mente humana y ésta, una ilusión.

Tales dogmas son muy poderosos, dice Sheldrake, no porque se haya reflexionado seria y profundamente sobre ellos, sino porque, precisamente, no se ha hecho. El sistema de creencias que somete al pensamiento científico convencional es un acto de fe anclado en una ideología del siglo XIX.

En palabras de Sheldrake, los diez dogmas sobre los que se asienta el credo científico materialista son:

1. Todo es mecánico y tratado como tal, entendiéndose un organismo vivo desde la complejidad de su maquinaria.

2. La materia es inconsciente. No existe una esencia vital en ella. Incluso la conciencia humana es el resultado de una creación material.

3. La cantidad de materia y energía en el universo es inalterable, con excepción del Big Bang, cuando tal materia-energía apareció de la nada.

4. Las leyes de la naturaleza son fijas. No evolucionan.

5. La naturaleza carece de sentido y la evolución, de dirección.

6. Toda herencia biológica es material, almacenada en el ADN.

7. La mente es el resultado de la actividad cerebral.

8. Los recuerdos son almacenados como huellas materiales en el cerebro y desaparecen en el proceso de muerte.

9. Los fenómenos inexplicables desde una perspectiva materialista son ilusorios.

10. La medicina mecanicista es la única que realmente funciona.

La gran mayoría ignora que el materialismo es una asunción, una ideología, un punto de vista. No una verdad científica. El mero hecho de que existan fenómenos inexplicables desde tal paradigma y la –irónica cuando menos— confianza, o fe, en que ya aparecerá alguna futura explicación lo corrobora como creencia.

ImAges ImprObables: "Activiste quantique... [Bis Repetita placent...][EXPLORE...]", CC

ImAges ImprObables: «Activiste quantique… [Bis Repetita placent…][EXPLORE…]», CC

Karl Popper llamó a esta forma de fe “materialismo promisorio”, debido a que se sustenta no en una defensa de hechos comprobados, como paradójicamente defiende el método científico, sino en la fe de que algún día podrán ser incluidos dentro del marco de referencia materialista. Esto es, todo evento que se ajuste a un pensamiento materialista está libre de ser contemplado desde el rigor por el que, sin embargo, se niegan otros paradigmas.

Sin embargo, tales dogmas no pueden ser discutidos en absoluto. La eliminación del vídeo de Sheldrake y los ataques posteriores así lo avalan. Durante doscientos años, este paradigma se ha empeñado en que la realidad podría ser explicada en términos de física y química exclusivamente. La conciencia es un epifenómeno, una forma de hablar sobre la actividad cerebral.

A día de hoy, no hay absolutamente nada que pueda hacer de una afirmación semejante la base necesaria y el punto de partida para cualquier investigación que se precie seria y aspire, por tanto, a las siempre necesarias subvenciones. Y, sin embargo, lo es.

Pero lo más curioso de todo es que la física contemporánea está, precisamente, destrozando el paradigma materialista desde hace ya casi un siglo. Demuestra así que la ciencia es algo que va más allá del “Materialismo” y que el materialismo es una ideología que nada tiene que ver con la “Ciencia”.

Le pere ubu: "Digital Mind Travel", CC

Le pere ubu: «Digital Mind Travel», CC

Sorprendentemente, algo que comprendieron perfectamente los padres de la física cuántica fue rápidamente obviado por la generalidad de sus sucesores. En realidad, ni siquiera ellos gozaron del favor de sus contemporáneos. La tecnología se ha convertido en la única excusa para sobrestimar el pensamiento materialista. Y, a pesar de que sólo proporciona progreso en términos de aplicaciones prácticas, la tecnología ha llegado a ser, para muchos, la medida de un alto desarrollo intelectual y de una elevada civilización.

El materialismo implica el determinismo, la causalidad, pero su consideración como principio universal fue superada definitivamente en 1927, año en que se formuló el principio de incertidumbre de Heisenberg, a partir del cual comenzó a comprenderse que es imposible conocer todos los datos necesarios para determinar cómo se va a comportar un sistema dado. Ese desconocimiento no se debe a la ignorancia del observador, sino que es inherente a la realidad misma de las cosas. La ciencia no puede construirse sus propios muros si realmente quiere hacer algo serio, más allá de las convenciones de una época.

Una de las grandes confusiones que impiden avanzar en este sentido es la de reducir la espiritualidad al ámbito de las religiones y considerar que el secularismo es identificable con el materialismo. El materialismo es secular, pero el secularismo no es materialista. Debería someterse esta frase a profunda reflexión antes de enfrascarse uno en cruzadas y tribunales inquisitoriales tan propios de cientifismos de barrio y universidades provincianas.

Pero estas ideas, si ni siquiera son pensadas por quienes se erigen en adalides del conocimiento, difícilmente llegarán al gran público. En su ausencia de información, el mundo sigue siendo visto con ojos decimonónicos y todo un siglo de revoluciones científicas y filosóficas pasa ajeno a las mentes apagadas para poder encender así las pantallas mediáticas del entretenimiento basura, donde hasta la divulgación científica no se valora ya por su profundidad y claridad, sino por sus titulares provocativos y el entrenamiento en un más o menos burdo gracejo a que obligan estos tiempos de monólogo y chascarrillo. Ni Carl Sagan tuvo que contar chistes para atraer audiencia, ni la mediocridad intelectual se supera con sucedáneos de risa y salero.

Robert Couse-Baker: "Conservation of momentum", CC

Robert Couse-Baker: «Conservation of momentum», CC

La evolución del conocimiento humano pasa precisamente por eso, por volver a hacerlo humano. El premio Nobel Ilya Prigogine defendía una integración de esta ciencia materialista dentro de un marco más amplio donde las ciencias del hombre marcaran el rumbo y trataran de rescatar el sentido del universo y los propósitos de la evolución.

Dice Prigogine que Einstein simboliza el conflicto entre ambas formas de entender la ciencia, y encarna la transición de una a otra. La ciencia clásica se caracteriza por apuntar a la estabilidad, el equilibrio, la permanencia. Pero la revolución de la ciencia del siglo XX cambia la dirección hacia todo lo contrario a la permanencia: fluctuación, evolución e inestabilidad. Es el paso de una ciencia como geometría a una ciencia como narración.

El problema central de Occidente, comparte Prigogine, es el dualismo. Necesita superarlo, y esto no consiste en afirmar un polo para negar el opuesto, sino encontrar una imagen no contradictoria que contenga ambos. En este sentido, son pioneros los encuentros de “Mente y Vida” organizados por el Dalai Lama y científicos de renombre internacional que se vienen celebrando desde 1987 y que han dado como resultado la consolidación, según han pasado los años, de cuatro categorías protagonistas: neurociencia, física cuántica, cosmología y estudios sobre la conciencia.

No se trata de promover ideologías concretas, de mirar los árboles y no ver el bosque. Se trata de apreciar cómo se han logrado edificar unas estructuras de comunicación entre dos maneras tan diferentes de acercarse a la vida, tanto exterior como interior, y los puentes tendidos entre ambas con un único objetivo, según sus organizadores: mostrarle al mundo un camino hacia la paz del individuo consigo mismo, primero, y del mundo, después.

El tiempo humano es una expresión particular del tiempo de la naturaleza y, por tanto, dice Prigogine, las propiedades creativas del ser humano son principios universales expresados en todos los aspectos del universo. La creatividad está en todos los niveles de la naturaleza, no sólo en la mente humana, esa que todavía muchos afirman ilusoria.

Volviendo a Sheldrake, reflexiona éste en el prólogo de su libro sobre cuántos científicos hay en el mundo que saben que las doctrinas del materialismo son las reglas del juego durante las horas de trabajo, y que no las pueden desafiar abiertamente a riesgo de ser excluidos del sistema. Sólo unos pocos las cuestionan abiertamente, mientras que otros “salen del armario” tras retirarse o tras ganar un premio Nobel. La mayoría de la gente educada mantendrá el credo materialista en público, independientemente de lo que piense en privado.

La ciencia es un proceso creativo, no un sistema de creencias. La innovación sólo es posible cuando el científico se siente libre para preguntar abiertamente y establecer nuevas hipótesis sin barreras que las limiten. Pero, como explicara Thomas Khun, los paradigmas establecidos en cada momento histórico han determinado siempre qué modelo de realidad es la base de la cual partir, qué preguntas son dignas de hacerse y qué respuestas, por tanto, ya están afirmadas para las preguntas que no han de volverse a hacer.

Los fenómenos anómalos que se escapan al paradigma establecido, por otra parte, son archivados con la fe de que serán confirmados en un futuro gracias a los mismos dogmas establecidos. Pero llega un momento en que hay tantos fenómenos anómalos que no han sido explicados que la presión comienza a quebrar los muros del paradigma. Es entonces cuando, a través de las grietas, comienza a atisbarse un nuevo paisaje hasta entonces ignorado que permite ubicar las anomalías hasta entonces acumuladas.

La sociología de la ciencia ha estudiado cómo se práctica en realidad el oficio, la manera en que se desarrollan modelos con las miras puestas en la red de contactos, las opciones de apoyo institucional, las probabilidades de acceder a una subvención, etc. Todo ello con la humana aspiración de forjarse un nombre y alcanzar un reconocimiento a los esfuerzos realizados.

La propagación del materialismo bajo la protección de un sistema que lo necesita como justificación de su razón de ser ha hecho que millones de personas apoyen el “saber científico” sin siquiera saber algo de ciencia, sin siquiera entender lo que ésta realmente significa. Son los nuevos feligreses de la Iglesia dominante, dice Sheldrake, con sus sacerdotes científicos más o menos dogmáticos e intransigentes. Y con su pequeña pero ruidosa y peligrosa Santa Inquisición, podemos añadir. ¿Qué otra cosa si no es una disciplina a la que no se puede cuestionar a riesgo del ostracismo profesional, ya sea en el ámbito académico o en el periodístico?

La idealización de la ciencia por parte de la mayoría y la falta de cuestionamiento al respecto, concluye Sheldrake, no puede sino proceder de una visión naif sacada de todo contexto, donde los científicos son entregados buscadores de la verdad, no gente ordinaria como cualquiera cuyos objetivos en la vida son, sobre todas las cosas, sobrevivir lo mejor posible, llegar a fin de mes y no meterse en líos.

Sirvan para ellos las palabras de Ernesto Sábato en La resistencia:

¿Se le puede pedir a la gente del vértigo que se rebele? ¿Puede pedirse a los hombres y a las mujeres de mi país que se nieguen a pertenecer a este capitalismo salvaje si ellos mantienen a sus hijos, a sus padres? Si ellos cargan con esa responsabilidad, ¿cómo habrían de abandonar esa vida?

Sean disculpados también los inquisidores y su séquito de “creyentes delirantes”, pues luchan contra las olas en la superficie del conocimiento, ignorantes de la reflexión profunda.

Disculpados, eso sí, a distancia prudente. Pues embisten.

Copyright © Rafael García del Valle. Reservados todos los derechos.  http://thecult.es/tercera-cultura/los-fantasmas-de-la-ciencia.html

No se considera científico negar la realidad histórica de Jesús

cristianismo

Es un hecho, muchos escépticos sostienen todavía que Jesús de Nazaret es un personaje ficticio, fruto de la siempre fértil y delirante imaginación humana; una entelequia prefabricada situada exactamente al mismo nivel que Zeus, Ra, Don Quijote, Sherlock Holmes y el Pato Donald, sólo que, según ellos, más «dañina» que los citados. No estamos hablando aquí de milagros u otros hechos excepcionales que, según los evangelios, se le atribuyen, todos más o menos aceptados por las distintas nominaciones cristianas y los historiadores no aconfesionales. No, y entendemos que este no es el lugar más indicado para debatir ese asunto. Aquí estamos hablando una vez más de Ciencia, y de lo que ésta ha dictaminado sobre la realidad o no de la existencia histórica de Jesús, de su ubicación material como individuo concreto dentro de unas coordenadas reales de tiempo y espacio. Muchos ateos niegan, no sólo ya los milagros del Galileo (algo que, por otra parte, podemos entender), sino también su historicidad, un tema este sobre el que ya no queda ningún debate abierto, por muchos arietes retóricos que nuestros intrépidos ateos embistan para reabrirlo.

Como supondrán, he tenido que elegir una entre muchas fuentes para documentar esta entrada. Al final me he decidido por la última que he encontrado, la más reciente de las que dispongo, para evitar ser acusada de «no estar al día de los últimos descubrimientos». Esto también me lo conozco.

Los párrafos que siguen han sido extraídos del artículo «Jesús visto con los ojos de hoy», aparecido en el número 162 de la revista «Clío Historia», una publicación a la que se puede acusar de lo que ustedes quieran, menos de ser afín a la religión organizada :-). Está firmado por Antonio Piñero, catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo, un área de estudio a la que ha dedicado las últimas décadas. Piñero se define a sí mismo en estos términos: «historiador independiente, escéptico, racionalista, agnóstico y respetuoso con las creencias de los demás, aunque como ideas que son deben discutirse educadamente. No soy militante».  Precisamente por no ser un agnóstico militante o proselitista de la línea dura, es invitado en ocasiones a aportar su autorizada opinión sobre la sociedad de la época de Jesús tanto en publicaciones católicas no fundamentalistas como en espacios de contenido escéptico. Pero subrayamos que el doctor Piñero NO es creyente, y esto es una excelente baza a favor del fin que nos proponemos en este post, pues de este modo la objetividad del documento queda garantizada, hasta donde esto es posible. Vayamos, pues, sin más dilación, al meollo del asunto. Como siempre, los incisos en caracteres grises son míos:

«La pregunta básica y fundamental, si existió Jesús realmente, no se discute hoy.Aunque sí continúa estudiándose el valor historiográfico de los evangelios, sobre todo el de los tres primeros, Mateo, Marcos y Lucas. Igualmente, ¿cómo deben interpretarse los testimonios externos de autores no cristianos, como Talo (fragmentos recogidos por Jorge Sincelo, historiador bizantino de finales del siglo VIII y principios del IX), Plinio el Joven, Suetonio, Tácito, Flavio Josefo, Mara bar Serapión o Luciano de Samosata?

El último libro importante y serio que cuestionaba la existencia histórica del nazareno es la obra de Hermann Raschke, «La negación de la historicidad de Jesús en el pasado y el presente», publicado por Bremen en 1926. A partir de ese año, sin embargo, la postura general de la crítica cambió radicalmente. Desde entonces no se considera científico negar la realidad histórica de Jesús, sino que su existencia se acepta como un hecho más del pasado, una existencia sin perfiles definidos, como la de tantos otros personajes de la historia antigua de los que sabemos poco. Negar la historicidad de Jesús supone muchísimos más problemas que afirmar su existencia. En realidad la mera afirmación de su existencia histórica es poco problemática. Lo importante es, como ocurre siempre, la interpretación posterior de su figura.

La investigación está de acuerdo en que la personalidad de Jesús es compleja, como la de todo gran personaje, y difícil de condensar en una sola perspectiva: su teología y su modo de argumentar es afín a la de los fariseos; su Dios y su religión es una profundización de lo que él considera la esencia de las Escrituras judías; y hay un cierto acuerdo -discutido solo por los más fundamentalistas- en que Jesús no propugnó la fundación de ninguna religión nueva, sino una cierta reforma para abrir más el corazón hacia Dios, el prójimo y lo esencial de la ley con vistas a entrar en el Reino.

Se está de acuerdo en que Jesús asumió distintos papeles: profeta y proclamador del Reino futuro, rabino, visionario apocalíptico, exorcista y sanador…

Los evangelios canónicos, aceptados por las iglesias, están escritos desde la fe y para suscitar la fe, son propagandísticos… La historia estricta parece no interesarles. Hoy día es casi un axioma el aserto siguiente: no conservamos ni un solo texto evangélico que nos comunique un dato histórico sobre Jesús por sí mismo, es decir, por el gusto de hacer historia, sin a la vez transmitir la fe de la comunidad primitiva sobre ese posible dato, lo cual lleva a pensar irremediablemente que tal texto pueda no ser objetivo.  Pero, a la vez, no es general, ni mucho menos, una postura escéptica radical sobre el valor testimonial de los tres primeros evangelios, sino que se admite que una sana crítica histórica, literaria y de fuentes puede obtener datos suficientes de ellos para formarse una imagen general de Jesús (…)

Se está de acuerdo también en que a través de las fuentes que poseemos no podemos saber nada o casi nada del ‘Jesús real o de hecho’. Esta expresión se refiere a la serie de detalles de su vida que nos podrían interesar: fecha exacta de su nacimiento y muerte, aspectos más precisos sobre su familia y parientes, cómo se llevaba con ellos antes de su vida pública y cómo creció, cómo y dónde ejerció su oficio, qué aspecto físico tenía, cuáles eran sus preferencias respecto a la comida y la bebida, si se ponía o no enfermo de vez en cuando, qué carácter y humor tenía, y si los habitantes de Nazaret lo consideraban su amigo o hasta qué punto lo apreciaban antes de su vida pública, etc. De eso nada dicen los evangelios ni otras fuentes por lo que en círculos científicos se opina que toda reconstrucción de tales o análogos datos es absolutamente aventurada, y en la casi totalidad de los casos fantasiosas y sin ningún valor.

(A título personal, yo aplicaría también esta conclusión de los estudiosos a esta célebre reconstrucción del rostro de Jesús. No dejen de leer el artículo de la revista Quo que les enlazamos. Por lo que he podido entender, si dentro de dos mil años, un arqueólogo encontrara un cráneo en un yacimiento ubicado en lo que hoy es el madrileño barrio de Lavapiés, a partir de él podrán reconstruir el rostro del actual alcalde de Valdepeñas… Y no se me sulfuren los lectores ateos, esta «reconstrucción» me parecería igualmente arbitraria, aunque la imagen resultante hubiera sido un primitivo clon de Brad Pitt, en lugar del aspirante a Cromañón que nos proponen estos expertos :-).  Es el procedimiento científico seguido lo que me suscita dudas y sospechas de sesgo, no el resultado).

Sí se está de acuerdo en que podemos llegar a saber las líneas generales de la vida, hechos y palabras de ese Jesús como maestro galileo de la Ley carismático, del que hemos afirmado que existió históricamente.

Sobre el estado civil de Jesús hay un cierto consenso entre los estudiosos en proclamar nuestra ignorancia al respecto. Al comienzo de su vida pública, en torno a los treinta años de edad, Jesús pudo haber sido soltero, viudo o casado que había dejado temporalmente a su familia por amor a la propagación del Reino de los cielos inminente. Todas estas posibilidades estaban abiertas en el Israel del siglo I…Todas las especulaciones en torno a María Magdalena son consideradas, por lo general, fantasías, generadas sobre todo a partir de finales el siglo XIX e inicios del XX.

Sobre el motivo de su muerte empieza a haber un cierto acuerdo, incluso entre los católicos no fundamentalistas. La inmensa mayoría de los estudiosos se inclinan a considerar que Jesús fue condenado a la cruz, como mors agravata, por los romanos por considerarlo un pretendiente mesiánico, un sedicioso para el Imperio, como individuo políticamente peligroso en cuanto que -al proclamarse mesías- podría provocar de inmediato un motín contra las fuerzas de ocupación del Imperio (…)

Jesús como fundador del cristianismo no suscita tampoco consenso y se discute, además, cómo puede entenderse el término ‘fundador’. Hay una cierta tendencia a pensar que Jesús es más su causa explicativa, su impulsor y su fundamento, pero no estrictamente su fundador, ya que el cristianismo es la expresión de la cristología y teología neotestamentaria, y ésta solo se forma después de la muerte de Jesús como relectura y reinterpretación de su vida y obra.

El tema ‘Jesús de Nazaret’ no es del todo abarcable y continúa siendo enigmático por falta de fuentes. Los ojos de hoy han proporcionado novedosas perspectivas sobre el Jesús del pasado a base de estudios serios y de comparaciones con textos del pensamiento antiguo, social, histórico, filosófico y religioso, a las que hasta el momento se había prestado poca atención.

Además, Jesús no es solo una realidad histórica, sino también un símbolo. Como tal tiene significados e irisaciones múltiples para quienes creen en él. Y como tal es solo apropiable personalmente, de modo que cada uno puede asimilarlo de un modo distinto. Pienso que este proceso es utilitariamente legítimo».

Si, como hemos visto, los historiadores más serios han dictaminado que Jesús fue un personaje real, ¿por qué tantos ateos mantienen todavía que nunca existió? Nos cuesta creer que se trate sólo de ignorancia o de la comprensible necesidad de que la realidad se ajuste a sus deseos :-), aunque también haya algo de esto. Esta actitud resulta especialmente insólita cuando se trata de ateos cientifistas quienes, como tantas veces hemos advertido aquí, asumen los dictados de la Ciencia ortodoxa sin «digerir», yo diría que casi sin masticar, y sin el menor asomo de duda o crítica. Cuando lo que está en juego es la existencia o no de Jesús, sin embargo, muchos no están tan dispuestos a acatar el lema tácito del movimiento «Extra scientiam nulla salus» 🙂 Estamos habituados a las  incoherencias y otros desatinos de algunos nuevos ateos, pero esta actitud nos resulta singularmente llamativa.

Tirando del hilo, hemos encontrado una de las razones que explicaría en parte esta conducta. Pueden consultar un excelente compendio de las claves que dieron origen a esta corriente negativista en esta entrada de Wikipedia.  Por favor, léanla completa, o podrían sufrir el mismo traspiés que el ateo que citábamos en este otro post 🙂 Y este consejo es aplicable a cualquier lectura de fondo teísta o ateo: lean lo que lean, háganlo hasta el final.

***

Ya para acabar, les cuento una anécdota que bien podríamos enmarcar en nuestra exitosa sección «Leído al pasar» :-). He rastreado las obras del doctor Antonio Piñero para estar segura del rigor y objetividad de su trabajo, antes de publicarlo en nuestro sitio. Pues bien, debajo de uno de los artículos que el doctor Piñero dedica a Pablo de Tarso y su relación con las mujeres, encontré este jugoso comentario, donde un anónimo escéptico impone, más que propone, al experto su personal revisión de la vida privada del Apóstol de los Gentiles:

«De acuerdo con la información de que yo dispongo (información cuyas fuentes no facilita, se limita a decir que dispone de ella), Paulo (¿Paulo?) de Tarso tenía dos hijas y un hijo. Una vez que abandonó su familia para dedicarse a la predicación fue cuando sintió las presiones del ‘vientre y del bajo vientre’ que decía Eusebio de Cesarea(obispo del s. III-IV que no cita nunca a esos «hijos» de Pablo o Saulo, y que cuando alude a las «presiones del bajo vientre» se refiere al deseo sexual en general y no al de Pablo en particular, que no dudamos que lo tuviera, como todo hijo de vecino. Pero nuestro escéptico cita a Eusebio como apoyo a su tesis, queda muy erudito, y, oye, a lo mejor cuela).
2 Pedro (suponemos que se refiere a 2 Pedro 3: 16) concluye que no hay quien entienda las epístolas paulinas (todo parece indicar que Pablo experimentó algún tipo de fenómeno místico -dedicaremos una próxima entrada a este polémico tema-, y todos los que han pasado por esta experiencia coinciden en que es inefable, es decir, imposible de describir; a esto se refería Pedro), que es un modo de decir que practicaba el onanismo intelectual».

 Recordamos una vez más la fábula de la zorra y las uvas, ‘como mi capacidad cognitiva no me alcanza para entender un concepto, ese concepto es irrelevante o absurdo, y el autor un«onanista»‘.
Además, lo dijo Eusebio de Cesarea.
🙂
Lo dicho, «siembra duda, que algo queda».