Los ateos recurren a las teorías del multiverso para escapar de la necesidad de aceptar la existencia de Dios como causa de un universo que parece diseñado para que sea posible la vida (ajuste fino). Al hacerlo, entran en contradicción con uno de los argumentos más empleados desde el siglo XIX para negar la existencia de Dios. Dicho argumento decía lo siguiente:
La hipótesis teísta ofrece una explicación del origen del mundo basada en dos entidades: Dios y el universo.
La hipótesis atea sólo precisa de una única entidad: el universo.
Luego la navaja de Occam favorece la explicación atea.
Como se sabe, el principio de la parsimonia, también llamado navaja de Occam, una de las bases fundamentales del método científico, afirma que, cuando hay que elegir entre dos teorías, debe preferirse la que necesite recurrir al menor número de entidades.
Pero la situación actual es muy diferente. Ahora la alternativa a la hipótesis teísta no es una única entidad, el universo, sino muchas (entre 10500 e infinitos universos). Es preciso, pues, reescribir el argumento, que ahora queda así:
La hipótesis teísta ofrece una explicación del origen del mundo basada en dos entidades: Dios y el universo.
La hipótesis atea precisa postular la existencia de entre 10500 e infinitas entidades: todos los universos del multiverso.
Luego la navaja de Occam favorece la explicación teísta.
Esto lo reconocen los propios ateos. ¿Cuál es su respuesta? Veámoslo (M.Rees, Just six numbers: the deep forces that shape the universe, pg. 156):
I’m inclined to go easy with Okham’s razor.
Con otras palabras: si la navaja de Occam va a nuestro favor, la utilizamos; si va en contra nuestra, diremos que es posible que la navaja de Occam no se aplique al universo. O sea:si sale cara, gano yo. Si sale cruz, pierdes tú. ¿Esto es jugar limpio? Como diría el filósofo Antony Flew, hay que seguir los argumentos hasta donde nos lleven.
Lo más curioso es que multiverso y Dios no son incompatibles. Si existe Dios y ha creado un universo, nada podría impedirle crear dos, diez, o 10500. Si fuese posible demostrar científicamente la existencia del multiverso (ahora mismo no lo es, y no creo que lo sea en mucho tiempo), eso tampoco demostraría que Dios no exista.
Por otra parte, si existiese el multiverso, aún quedaría pendiente la pregunta más importante que se ha hecho el hombre a lo largo de la historia de la filosofía:
¿Por qué hay algo en lugar de nada?
Por otra parte, las teorías del multiverso no consiguen resolver el problema del ajuste fino. De las seis teorías mencionadas en el artículo anterior, las cinco primeras se basan en la mecánica cuántica. Ahora bien: entre todos los multiversos posibles, los basados en la mecánica cuántica son una minoría. Pues bien, la mecánica cuántica parece ser un requisito indispensable para que sea posible la vida. En un universo clásico, newtoniano, la vida no sería posible, porque no habría estrellas. Terminamos, por tanto, en la misma situación en que empezamos: estos multiversos, si alguno de ellos existe realmente, parecen haber sido diseñados para que sea posible la vida. Con ellos, el problema del ajuste fino no desparece, sólo se traslada del universo al multiverso.
En cuanto al sexto multiverso, el matemático de Tegmark, falla por el otro extremo: es demasiado grande. Aunque en las cinco primeras versiones del multiverso es imposible experimentar con otros universos, es curioso que con éste, el más general de todos, esos experimentos sí son posibles. Un autómata celular (por ejemplo) es una estructura matemática coherente, y por tanto, según Tegmark, debería ser también un universo que existe en algún sitio. Si experimentamos con autómatas celulares, estamos experimentando con otros universos.
Francisco José Soler Gil y yo hemos demostrado que la complejidad de los autómatas celulares computacionalmente completos (los más complejos que existen) se mantiene aunque algunos de sus parámetros no sean constantes. Estableciendo un paralelo con nuestro universo, nuestras constantes fundamentales podrían no ser exactamente constantes, sin que eso afectara a nuestra existencia.
El propio Tegmark afirmó que nuestro universo, si forma parte del multiverso matemático, debería ser lo más normal posible. Sin embargo, no parece que sea así. Los universos posibles con parámetros fundamentales variables serían mucho más abundantes que los que las tienen constantes. Nuestro universo no sería típico. Luego el multiverso matemático tampoco resuelve el problema del ajuste fino.
Fuente: http://divulciencia.blogspot.com/2014/11/el-multiverso-no-resuelve-el-problema.html
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