¿Realmente estarán listas las llamadas naciones BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- para crear una «nueva arquitectura global», como indicara el secretario de comercio de India, Anand Sharma, durante la reciente cumbre que realizara el grupo en Nueva Delhi?
Durante la reunión, las cinco potencias emergentes señalaron que estaban considerando la idea de crear un nuevo banco de desarrollo que se enfocara en proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible tanto en sus propios países como en otras naciones emergentes. El grupo también pidió que se generen reformas para el Banco Mundial y el FMI a fin de que estas entidades reflejen de mejor modo los intereses de las naciones en desarrollo.
Efectivamente, no sería malo que se pusiera fin a un sistema mediante el cual Europa y EEUU dominan ambas instituciones globales, lo que deja sin ninguna posibilidad real a los candidatos de países emergentes. Además, el tema parece relevante ahora que se aproxima la elección para reemplazar al titular del Banco Mundial, Robert Zoellick. La pregunta es si los países BRICS son realmente capaces de introducir un nuevo orden mundial, modernizar o incluso reemplazar al Banco Mundial y el FMI, sin mencionar a las Naciones Unidas. Parece algo muy poco factible dado que los cinco países no solo tienen ubicaciones geográficas muy diversas, sino que presentan diferencias considerables en el ámbito político, cultural, lingüístico y económico. Comparar a China con Sudáfrica es mezclar peras con manzanas. China ni siquiera es una democracia, por ejemplo, mientras que el sistema de gobierno de Rusia se puede considerar autoritario.
Durante su reciente visita a Washington, la presidenta brasileña Dilma Rousseff le dijo a Barack Obama con palabras que no dejaban lugar a dudas que el dólar estadounidense, gracias a la flexibilidad cuantitativa y otras medidas destinadas a superar la reciente crisis financiera, se encuentra subvalorado, lo que ha impactado fuertemente a las exportaciones desde Brasil y varios otras naciones latinoamericanas. Por otra parte, el comunicado emitido al finalizar la cumbre BRICS señaló que los efectos de las «fuertes políticas» adoptadas por los bancos centrales de los países desarrollados están «alcanzando a las economías de los mercados emergentes, lo que impulsa una volatilidad excesiva en los flujos de capital y los precios de los commodities».
Es en áreas más específicas como esta que Rousseff y otros líderes de BRICS puedan tener un mayor grado de influencia, en vez de involucrarse en ideas grandilocuentes como una nueva arquitectura global. Pero incluso el tema monetario demuestra la falta de intereses comunes que existe entre los cinco, si se considera que el renminbi chino también se encuentra enormemente subvalorado.
Entonces, si bien es posible que se logre algún tipo avance, es probable que los países BRICS nunca formen un bloque coherente con peso real en el escenario mundial. Mientras tanto, sería mejor que la presidenta de Brasil destinara más energía a tomar un papel de liderazgo en Latinoamérica. Brasil podría, y debería, ser un protagonista regional y global, y es probable que la sexta Cumbre de las Americas en Cartagena, Colombia, haya sido un buen lugar para empezar. Desafortunadamente, Rousseff asumió un bajo perfil, y la cumbre terminó si acuerdos después de haber estado dominada por los problemas de Cuba, el narcotráfico y las Islas Falklands/Malvinas.
Mientras tanto, los BRICS, un término acuñado originalmente por Goldman Sachs como BRIC, al que posteriormente se unió Sudáfrica, seguirá siento una agrupación no cohesionada de países cuyos intereses nacionales son muy diversos y que superan por mucho los temas que podrían tener en común.
Por David Roberts
Fuente: http://www.bnamericas.com
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