Ciertos proyectos y medidas nos retrotraen a una vida animalesca, privada de contención, códigos y conductas que nos diferencian de los seres no pensantes.
Por Leticia Oraisón de Turpín (*)
Hay un tema en la actualidad, que ronda permanentemente en los círculos políticos y sociales, en nuestro país y en el mundo entero. El derecho al aborto, como si se pudiera definir de derecho a la decisión de atentar contra una vida humana.
En realidad estas medidas consideradas progresistas, “matrimonio igualitario”, “identidad de género”, “liberalización del sexo”, “despenalización del aborto” etc., etc., lejos de producir un avance social y cultural, no hacen más que, banalizar, desmoralizar y empobrecer la cultura y las costumbres del ser humano.
Nos retrotraen a una vida animalesca, privada de contención, códigos y conductas que nos diferencian de los seres no pensantes. Porque ésta vida placentera y cautiva de las exigencias de los sentidos, anula la capacidad innata del hombre, de pensar, decidir y optar.
Responde a una descarga sensual, embrutecedora y aniquiladora de la aptitud de contenerse, restringirse y dominarse como ser “soberano”, que puede decidir en qué se convierte.
Y digo esto, porque siguiendo la línea, que desde los más altos estamentos del mundo se está trazando, el “hombre liberado”, puede cada vez más, responder a sus instintos primarios, reaccionando, sin pensar ni cuestionarse, retrotrayéndose a los tiempos de la caverna, cuando no vivía en comunidad sino en manada, al igual que el resto de los otros seres vivientes, donde se ayuntaba y copulaba como los animales.
Desde entonces el hombre hizo un largo camino para llegar a culturizarse, a pensar y a codificar sus costumbres, con leyes que ordenaran el proceder comunitario, facilitando su convivencia y el desarrollo de sus aptitudes.
Hemos llegado a aprender (y lo seguimos proclamando) el valor de la vida humana, como algo precioso, único e intransferible y paradójicamente somos capaces de cercenarla, justificándolo con discursos mentirosos, tendenciosos y manipulativos, que benefician y favorecen los requerimientos de las sociedades más opulentas.
Al respecto, es bueno que nos preguntemos: ¿Por qué tanto interés en promulgar el aborto? ¿por qué los lineamientos vienen de los organismos internacionales?
Simplemente porque quieren acabar con la superpoblación de los pobres y orientan a que sean las propias madres quienes realicen la “tarea sucia”, (creyendo ser más emancipadas y más dueñas de sí) las inducen a atacar como enemigos, a sus propios hijos, eliminándolos.
El plan, pareciera ser, mentalizar con pre-conceptos envasados, vaciar las ideas propias con sus proyectos, ideales y fantasías y orientar hacia la autodestrucción, desacralizando la vida en banalidades inútiles y perjudiciales.
¡Qué triste y desolador se presenta así el futuro! Donde se facilitan cada vez más las decisiones de los poderosos sobre los más débiles, incluso en el derecho a la vida. Ellos determinan siempre sobre la vida y la muerte de los más indefensos y desprotegidos.
Es ni más ni menos, la ley de la selva, donde solo sobreviven los más fuertes, peligrosos y rapaces animales.
(*) Orientadora familiar.
Fuente: http://www.el-litoral.com.ar/leer_noticia.asp?IdNoticia=184439
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