La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en las religiones egipcia, griega, hinduista, budista y romana. Está presente en la mayoría de religiones orientales, como hinduismo, budismo y taoísmo, y también en las religiones no «adulteradas» africanas y tribales de América y Oceanía. En la historia de la humanidad, la creencia de que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo (con una personalidad generalmente más evolucionada) ha sobrevivido incluso dentro de las religiones judeocristianas (cristianismo, judaísmo e islam). Son prácticamente las únicas que no la contemplan, pero han permanecido bajo la forma de diversas herejías y posturas no oficiales. (Wikipedia)
En general, reencarnación es la creencia según la cual el alma, después de la muerte, se separa del cuerpo y toma otro cuerpo para continuar otra vida mortal. Según esta creencia, las almas pasan por ciclos de muertes y nuevas encarnaciones. Un ser humano, por ejemplo, podría volver a vivir en la tierra naciendo como un nuevo personaje. Una creencia reencarnacionista llamada “metempsicosis”, enseña que los grandes pecadores pueden reencarnarse en un animal o una planta.
Posiblemente la creencia en la reencarnación comenzó al querer aplicar al ser humano el ciclo que observaban en la naturaleza: El sol y la luna aparecen y desaparecen. Igualmente las estaciones del año, el follaje, las flores y tantas otras cosas en la naturaleza tienen un ciclo. Así pensaron que el ser humano moría pero regresaba otra vez en otro cuerpo.
La reencarnación es también fruto del deseo humano de darle explicación a las diferencias de inteligencia, salud, talentos, fortuna, etc. que existen entre seres humanos. Según la doctrina de la reencarnación estas diferencias serían culpa o mérito por el comportamiento en vidas anteriores. Por lo tanto se le culpa a los pobres, los enfermos y los desdichados por su condición desdichada y no se hace nada por ellos porque están pagando su culpa. El Evangelio, por el contrario nos revela que Dios se hizo hombre en pobreza En los pobres encontramos al mismo Cristo.
El hombre no debe inventarse «respuestas» para lo que no puede entender. «San Antonio el Grande, el célebre abad egipcio, meditaba en el desierto: ¿Por qué algunos mueren tras una vida corta mientras que otros llegan a una envidiable vejez? ¿Por qué algunos son pobres y otros ricos? ¿Por qué los injustos se enriquecen y los justos pasan necesidad? Entonces oyó una voz que le respondía: «Antonio, Antonio, ocúpate de ti mismo, pues eso pertenece al juicio de Dios y a ti nada te aprovecha saberlo». (Testimonios y Enseñanzas de los Padres del Desierto, C. Tescaroli). Publicado en la revista: Tierra Santa. Mayo-Junio 2002. Jerusalén. Número 756.
¿Donde se origina?
La creencia en la reencarnación comienza en la India en el siglo VII a.C. Eso significa que no es tan antigua como la fe de los judíos o de los sumerios, egipcios, persas y chinos. Ninguno de estos creía en la reencarnación y por eso edificaron magníficas tumbas.
El Budismo apareció en la India, en el siglo V a.C. y adoptó la creencia en la reencarnación. Mas tarde pasó a Grecia y Roma. Algunas religiones también adoptaron esta explicación humana a los problemas que no podían entender. Tuvo adeptos entre algunos filósofos griegos. En nuestros tiempos se encuentra entre las enseñanzas de las sociedades teosóficas, los gurus indios, los psíquicos y el movimiento de la nueva era por el cual se han importado muchas creencias orientales.
Algunos malinterpretan la Biblia y dicen que apoya la reencarnación.
La religión judía por mucho tiempo no tubo una clara doctrina sobre lo que ocurre después de la muerte pero ciertamente no enseñaba la reencarnación ya que esa creencia surge mucho mas tarde y es incompatible con la revelación que los judíos habían recibido de Dios.
El Salmo 39, 14: “Señor, no me mires con enojo, para que pueda alegrarme, antes de que me vaya y ya no exista más” (v.14).
Job le dice a Dios: “Apártate de mí. Así podré sonreír un poco, antes de que me vaya para no volver, a la región de las tinieblas y de las sombras” (Job 10,21-22).
Sabiduría16,14: “El hombre, en su maldad, puede quitar la vida, es cierto; pero no puede hacer volver al espíritu que se fue, ni liberar el alma arrebatada por la muerte’’
2 Samuel 14,14. “Todos tenemos que morir, y seremos como agua derramada que ya no puede recogerse”
2 Samuel 12,22-23. “Mientras el niño vivía, yo ayunaba y lloraba. Pero ahora que está muerto ¿para qué voy a ayunar? ¿Acaso podré hacerlo volver? Yo iré hacia él, pero él no volverá hacia mí”
El Nuevo Testamento
La doctrina del N.T. es incompatible con la reencarnación. El N.T. Enseña que después de la muerte NO se regresa a otra vida en la tierra sino que pasamos enseguida al purgatorio que es un estado temporal pero no en esta tierra, o pasamos a nuestro destino definitivo que es el cielo o el infierno. Nuestro cuerpo volverá al polvo hasta el día de la resurrección cuando nuestro único cuerpo cobrará vida pero será glorificado.
La parábola del rico Epulón (Lc 16,19.31): Lázaro después de la muerte va inmediatamente al cielo. El rico muere y va inmediatamente al infierno. El versículo 25 revela que el rico pagará por su mala conducta, no reencarnándose, sino en el infierno para siempre, del cual no puede pasar al otro lado ni volver a la tierra.
El buen ladrón desde la cruz pidió a Jesús: “acuérdate de mí cuando vayas a tu reino”. Jesús le responde: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43). El buen ladrón no regresó a la tierra para pagar su «karma» por ser ladrón. Fué directo al cielo «hoy mismo» por el perdón recibido de Jesús.
Filipenses 1,23-24: “Me siento apremiado por los dos lados. Por una parte, quisiera morir para estar ya con Cristo. Pero por otra, es más necesario para ustedes que yo me quede aún en este mundo” Obviamente Pablo sabía que al morir no regresaría con otra vida al mundo sino que estaría definitivamente «con Cristo».
1 Cor 15,42.44. “En la resurrección de los muertos, se entierra un cuerpo corruptible y resucita uno incorruptible, se entierra un cuerpo humillado y resucita uno glorioso, se entierra un cuerpo débil y resucita uno fuerte, se entierra un cuerpo material y resucita uno espiritual».
Hebreos 9,27 sintetiza la enseñanza de las Escrituras al respecto:
«está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio»
Uno de los pasajes bíblicos en que pretenden encontrar la reencarnación es Mateo 11,14: «Y, si queréis admitirlo, él (Juan Bautista) es Elías, el que iba a venir.» Jesús habla aquí de que el espíritu profético de Elías (no su cuerpo ni su alma) continúa en San Juan Bautista. Que se refiere al espíritu profético y no al cuerpo físico de Elías se deduce de Lucas 1,17 «e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
Además, el mismo San Juan Bautista negó explícitamente ser Elías:
«Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.» – «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»» -Jn 1,21
Para entender el sentido bíblico pongo un ejemplo: Si nosotros decimos de una niña: «tiene los ojos de su madre», todos entienden que no se trata de un trasplante de ojos. No se trata de la reencarnación de los ojos de la madre en la niña. Solo estamos diciendo que los ojos de madre e hija se parecen mucho.
El evangelio del amor y del perdón sobrepasa en grande la enseñanza cruel de la reencarnación con sus ciclos y karmas. Dios tanto amó al mundo que envió a Su único Hijo para que el que crea en El tenga vida eterna.
Fuente- Alan Schreck en inglés, artículo en New Covenant, V-1990 y varias otras.
Recomendamos al lector leer el siguiente paper: http://www.losnavegantes.net/PDF-LN/lareencarnacion.pdf
Shalom
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