De dos ‘montes’ o gobiernos celestiales habla el mismo Dios en su Palabra, llamada del griego la ‘‘Biblia’’. El profeta israelita, Isaías, nos resalta un gobierno al cual identifica como el ‘monte del testimonio’ (Isa.14:13), y del otro nos hablan el salmista bíblico (Sal. 82.1) y el misionero Yohanan (Juan), el discípulo amado de Jesús El Cristo (Rev. 4:1-6). Desde esas ‘edades que nos han precedido’, del Organigrama que le reveló DIOS a su Hijo Jesús (Rev. 1:1; 4:1-6), emanó un plan que incluyó la urgente restitución de un orden temporal en ese caos ocasionado por el príncipe ‘Jeilel ben Shajer’, a quien se le había delegado una misión específica, la administración de este planeta (Ez. 28; Isa 14). Por causa de ese inesperado desbarajuste y del consiguiente desorden y nefasto resultado entre los vivientes, resultó una soledad indescriptible que cubrió el escenario donde esa rebelión cundió. Génesis 1:2 lo describe en hebreo así: “Y la tierra llegó a estar en caos y en soledad, y la oscuridad estaba sobre la faz del abismo, y el Viento de los dioses revoloteaba sobre la faz de las aguas.”
Por esa circunstancia, por la increíble rebelión, todo cuanto existía en La Tierra llegó a estar en un terrible caos y en una soledad espiritual indescriptible; y el imperio de Satanás (la ‘oscuridad’) se estableció sobre la faz de todo lugar afectado y contaminado (el ‘abismo’), pero los mensajeros (el ‘viento’) enviados por los dioses, esos 24 reyes y sacerdotes que conforman la asamblea provisional que describe Juan en su libro de las revelaciones (Rev. 4:1-4), revoloteaban sobre la faz de todos esos pueblos y naciones (las ‘aguas’) que habitan en el universo infinito.
Esa trasgresión fue liderada precisamente por ese ‘príncipe’, uno de los tantos ‘querubim’ al servicio del Altísimo. Este trasgresor, con grado de ‘Querub’, ha sido identificado en hebreo, entre otras formas como ‘Ha najash’ (la ‘Serpiente’), o ‘Shatán’ (El Calumniador) o ‘Baal Zbub’ o Belcebú, (el ‘amo de las moscas’); en latín es llamado el ‘Diablo’ (Acusador), y al español llegó su pésima fama tras nombres como ‘Satanás’, ‘Satán’, el ‘Maligno’, el ‘padre de la mentira’, el ‘Homicida’ o ‘Lucifer’, el ‘Enemigo’, entre otros apodos, apelativos despectivos para unos y admirados por otros. A la luz de la Biblia en
hebreo, su verdadero nombre, antes de haberse rebelado es: rx;v’_-!B, lleäyhe,, “Jeilel ben shajer”, que significa “Estrella de la mañana, hijo del amanecer” (Heb. Isa. 14: 12).
La información acerca de ese ‘Querub’ ha sido dada a la humanidad en hebreo y posteriormente en griego. En ninguna parte de la ‘Biblia’ existe una sola referencia que indique que este mal avenido personaje haya sido un ‘ángel caído’. Tampoco enseña la ‘Biblia’ que este varón pertenezca a un orden genético afín a lo incorpóreo. La proyección de este rebelde, en relación a que es un ‘ángel caído’ o ‘espiritual’ a la luz de lo incorpóreo, procede del catolicismo y lamentablemente ha sido heredada por el ‘protestantismo’. Como tal es meramente especulativa. En otras palabras, esa presentación no emana de la única fuente fidedigna con que cuenta la humanidad, la ‘Biblia’.
En cuanto a la voz ‘ángel’, esta no pertenece al léxico hebreo, es griega y denota a un simple humano cuyo oficio era servir de mensajero entre los llamados ‘dioses’ del olimpo griego. La palabra ‘ángel’ fue utilizada –importada de Grecia- por el imperio católico romano para impresionar a sus súbditos, presentando a seres supuestamente ultra poderosos al servicio del imperio religioso romano. Los ‘malajim’ o mensajeros que muestra la ‘Biblia’
están presentados y visualizados como ‘semejantes al hijo del hombre’ (Gen. 18; Gen. 19; Eze. 1:5-8; 1:26; 8:2; 9:2-11; Dan. 10:16-18; 12:6-7). Todos los mensajeros que proyecta la ‘Biblia’ pertenecen al código genético ‘hombre’. Incluso hay mensajeras (Zac. 5:9). Los eruditos bíblicos argumentan que estos seres se ‘transfiguran’ tomando apariencia de hombres. Esta justificación está fuera de contexto y se ajusta a lo especulativo.
Satán es ‘hombre’, lo revela Dios por medio del profeta Ezequiel. Al tenor de la fuente hebrea, este siervo del Altísimo, Ezequiel, en nombre del Altísimo le endechó a ‘Tzor’ (mal traducido como ‘Tito’): “Hijo de hombre, di al príncipe Opositor: Así ha dicho el Señor Yehováh: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo estoy sentado con los dioses, me senté en el corazón de los mares, siendo tú hombre y no el Altísimo, y has puesto tu corazón como corazón de los dioses (Ez. 28:2). “¿Hablarás diciendo: -de los dioses soy, delante del que te matará? Tú, hombre eres, y no el Altísimo, en la mano de tu matador” (Ez. 28:9).
Ese reclamo de parte de Dios es tajante al advertir que Satán pertenece al código genético ‘Adam’ (hombre). Esa revelación no depende de los criterios de nadie y nadie logrará alterar lo inalterable. Es Dios quien nos dice que el tal ‘Diablo’ tiene carne y huesos y que jamás fue un mensajero, sino uno con alto rango en el reino de los cielos: “Tú, Querub, gran administrador, yo te puse en el santo monte (gobierno) de los dioses, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” (Ez. 28:14-15; Sal. 82.6).
El contexto bíblico, tanto en hebreo como en griego koiné, nos dejar ver que con base a la nefasta actuación de ese ‘príncipe’ fue preciso ‘crear’ esos ‘cielos’ y esa ‘tierra’ que en su día han de ser sustituidos por esos ‘nuevos cielos’ y por esa ‘nueva tierra’ tan profetizados. Esos ‘cielos y esa tierra’ que reseña el primer versículo de la ‘Biblia’ se caracterizan porque en ellos no mora la imparcialidad por causa de la rebelión y posterior regencia de Satán. Por esa circunstancia, “según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia.” (2 P. 3:13).
De lo ‘primero’ o de lo ‘anterior’ a esos terribles acontecimientos provocados por el ‘Querub’ rebelde ‘no hay memoria’ en la humanidad destituida de la creación. Esta carece de la información acerca de la manera armoniosa como se vive en el ‘reino los cielos’. Lo que sucedió ‘en las edades que nos han precedido’ rápidamente lo fueron olvidando las generaciones siguientes hasta nuestros días y los venideros. Quienes habitan en esos ‘cielos’ afectados por la rebelión sufren por la ausencia de la ‘luz’, por ello le corresponderá a la Congregación de Yeshúa (Jesús) atender la problemática que en esos principados y autoridades se experimenta donde la ignorancia prima. El misionero Pablo revela que la “multiforme sabiduría de Dios” será dada a conocer por medio de la “Iglesia” a esos dominios establecidos en esos lugares del universo contaminado, todo conforme al propósito eterno que Dios hizo en Jesús el ‘Cristo’ (Ef. 3:10).
Se requiere de un apropiado y desapasionado desglose de la información depositada en la ‘Biblia’ para comprender plenamente lo revelado por el Altísimo, sin la sombra inquisidora de los religiosos. Es inevitable que este sistema de cosas, que atan a este planeta, y a esos ‘cielos’ igualmente afectados, sea destruido para en su lugar disfrutar de esas promesas que advierten que existirán ‘nuevos cielos’ y ‘nueva tierra’. Se sobre entiende que lo
‘nuevo’ prometido está relacionado con las normativas justas y armoniosas que rigen en los cielos incontaminados, y no con la desaparición física de esos ‘cielos’ y del actual planeta tierra.
Por F. Guttmann (http://www.caminoluz.org/)
ESTA MUY INTERESANTE, ME GUSTARÍA RECIBIR LAS LUZ SOBRE ESTE ASUNTO. GRACIAS BENDICIONES.